El 20 de junio, 46 reclusas fallecieron en un motín y un incendio registrados en el Centro Femenino de Adaptación Social (CEFAS), pro- ducto de un enfrentamiento entre bandas criminales en medio de una orgia de sangre y fuego, lo que evidencia una nueva muestra de la elevación de la violencia en el territorio hondureño, tanto en sus números como en su saña y crueldad. No hay duda que ese acontecimiento ha disparado las alarmas, lo que ha provocado que diferentes estamentos de la sociedad hondureña hayan levantado su voz en señal de indignación. La Conferencia Episcopal de Honduras (C.E.H.), el 26 de junio hizo público un comunicado en el que se manifiesta su dolor por este “triste acontecimiento”, reiterando su cercanía, su acompañamiento y sus oraciones con “los gozos y las alegrías, las penas y los dolores” de aquellos a quienes sirven”.
En otro párrafo, se destaca que hacen suyo “el profundo dolor que viven tantas familias a causa de la pérdida de sus seres queridos, así como de aquellos que se sienten amenazados” y de manera abierta expresan su preocupación por el incremento de “la ola de violencia que se ha recrudecido a niveles insospechados en los úl- timos días”. Destacando que “la espiral de violencia que estamos sufriendo es el resultado de años de injusticia, de corrupción sistemática y de la indiferencia con la que se han visto las raíces del problema. La violencia recrudece la pobreza extrema y anula las esperanzas de encontrarle una solución duradera.
Es una realidad que nos afecta a todos; por ello, nadie puede quedarse indiferente” continúa diciendo el comunicado y reclaman el derecho de “Cada familia y cada ciudadano necesitan y, más aún, tienen derecho a vivir en paz, asumiendo los propios deberes y compromisos en la sociedad, contribuyendo así al bienestar y progreso del país, en un clima de verdadero estado de derecho, sustentado en la procura del Bien Común”.
En la oposición política siempre se acusó a los gobiernos anteriores de no tener una estrategia para hacer frente a la violencia y se prometió que al llegar al poder las cosas cambiarían, sin embargo, la situación de violencia se recrudece por lo que los Obispos han hecho “un llamado a las autoridades competentes a reconsiderar y, si es necesario, cambiar las estrategias de seguridad en el país. Porque una cosa es clara: NO están dando los resultados esperados” porque “al pensar en tantos muertos, no se trata únicamente de cifras: son vidas humanas, y muchas de ellas son niños de muy corta edad. Por otro lado, como pastores y guías de la Iglesia Católica que peregrina por Honduras y a todas las personas de buena voluntad invitan a “que no nos cansemos de hacer el bien y mantengamos viva la esperanza cristiana”; a orar sin descansar y a poner atención a la recomendación del Papa Francisco quien nos exhorta “a dirigir nuestra mirada a la Santísima Virgen de Suyapa, Madre de Honduras, suplicándole que ayude a los corazones a abrirse a la reconciliación y dar lugar a la convivencia fraterna, en todos los espacios de la vida social, incluso dentro de las cárceles”.