El 13 de noviembre de 2016 se cerraba en todo el mundo las Puertas de la Misericordia y en la Basílica de San Pedro, de la Ciudad del Vaticano, el Santo Padre celebraba el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, dedicado a todas las personas marginadas. En la celebración eucarística estaban presentes miles de pobres, con los que ya había compartido los días anteriores. La homilía estaba escrita, pero faltaba la frase final. El Papa levantó los ojos del texto y de manera espontánea anuncio su deseo de celebrar una jornada de los pobres, destacando que “precisamente hoy, cuando hablamos de exclusión, vienen rápido a la mente personas concretas; no cosas inútiles, sino personas valiosas.
La persona humana, colocada por Dios en la cumbre de la creación, es a menudo descartada, porque se prefieren las cosas que pasan. Y esto es inaceptable, porque el hombre es el bien más valioso a los ojos de Dios. Y es grave que nos acostumbremos a este tipo de descarte; es para preocuparse, cuando se adormece la conciencia y no se presta atención al hermano que sufre junto a nosotros”. Es así, que a partir de ese año el Sumo Pontífice instituye la Jornada Mundial de los Pobres que debe celebrarse en toda la Iglesia en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, como preparación adecuada para vivir la gran solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, un Rey que se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mt 25, 31-46).
Esa Jornada ayuda a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc. 16, 19-21), no podrá haber justicia ni paz social. El 19 de noviembre del 2023 celebraremos la Séptima Jornada Mundial de los Pobres con el lema “«No apartes tu rostro del pobre» una frase que leemos en el Antiguo Testamento en el libro de Tobías en el capítulo 4 versículo 7 que relata la exhortación que le hace el anciano Tobit, papá de Tobías, el cual pide a su hijo: “Con tus bienes haz limosna en beneficio de todos los que practican la justicia y el bien, y no vuelvas la cara al pobre, para que el Señor no aparte su rostro de ti”.
Recordándole que las obras de misericordia no pueden ser hechas como una obligación sino como un signo del amor, sin mirar raza o credo tal como lo ha testimoniado el mismo Jesús. Esta convocatoria, para todos los fieles laicos, es una nueva oportunidad para reflexionar sobre cómo dar una respuesta adecuada que lleve alivio y paz a tantas personas, dejadas a merced de la incertidumbre y la precariedad ya que “vivimos un momento histórico que no favorece la atención hacia los más pobres. La realidad virtual se apodera de la vida real y los dos mundos se confunden cada vez más fácilmente. Los pobres se vuelven imágenes que pueden conmover por algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la calle, entonces intervienen el fastidio y la marginación”.