Editorial |Nuestra voz Los frutos de la resurrección de Jesucristo

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La Resurrección de Cristo al tercer día de haber sido sepultado, es un evento que cambió la historia de este mundo no solo para quienes le vieron morir, sino también para quienes hemos creído que la resurrección es el acontecimiento que evidenció de manera contundente que Jesús es el Hijo de Dios, creemos que Jesucristo ha resucitado, que está vivo tal como nos dice con firmeza San Pablo: “Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí, que Cristo murió por nuestros pecados, que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, que se apareció a Cefas y luego a los Doce ( 1 Cor. 15, 3-5).

Sin embargo, ¿Cómo podemos relacionar su resurrección con la sensación de miedo, de incertidumbre, de tristeza, de desaliento debido a los acontecimientos que estamos viendo y viviendo en nuestro entorno y que nos hace difícil descubrir el rostro de Jesús vivo y Resucitado entre aquellos que nos rodean en una comunidad que muere poco a poco? Según la percepción general y los múltiples informes como el de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), publicado el 25 de enero 2023, en el cual se destaca que “Honduras figura como país de alto riesgo según el Índice de Gestión de Riesgos (INFORM) y según “Insight-Crime”, el país se encuentra entre los más violentos debido al narcotráfico, las pandillas, la corrupción y la actividad de organizaciones criminales transnacionales.

Los impactos de la violencia incluyen homicidios, feminicidios, desapariciones forzadas, restricciones a la movilidad y libertad, el uso, utilización y reclutamiento forzado de menores por las pandillas”, violencia de género, extorsiones, desalojos forzados, despojos y el desplazamiento forzado” una realidad muy desalentadora. De tal modo que la Pasión y la Resurrección de Cristo no son “hechos del pasado”, sino acontecimientos que se encuentran y viven en la realidad presente; es un llamado de servicio a la sociedad, permitiendo que su resurrección nos resucite a nosotros también; viviendo con la esperanza de que Dios está con nosotros, aun en el sufrimiento; que lo mejor de la vida es perdonar y amar haciendo esfuerzos para tener relaciones saludables con todos los que nos rodean.

La Pascua es estar atentos a las necesidades de quienes nos rodean para practicar la empatía, acrecentar la sensibilidad y la compasión; es amar a la gente y la naturaleza; es buscar que otras personas puedan disfrutar de la misma vida que nosotros estamos disfrutando. Pero a pesar de que el mundo en que vivimos no es nuestro hogar definitivo ya que aquí somos extranjeros e inmigrantes porque la obra más notable que Jesús realizó aquella primera Pascua, fue ganar para nosotros la vida eterna, tal como lo revela Pablo en su carta a los Filipenses 3, 21 en la cual nos dice “Nosotros somos ciudadanos del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo miserable para que sea como su propio cuerpo glorioso” no nos exime de la responsabilidad de asumir compromisos y responsabilidades de trabajar con gran esfuerzo para que este mundo sea transformado y evangelizado.

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