Editorial | Nuestra voz | ¡La tumba está vacía!

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No hay mayor símbolo de la resurrección que una tumba vacía. Esta es la verdad que estremeció al mundo y cambió la historia.Nuestra fe descansa en este acontecimiento sublime, de tal modo que la promesa de la resurrección de nuestros cuerpos para la vida eterna descansa en este hecho. Porque cuando Él resucitó, la muerte perdió su aguijón ya no hay que temer. ¡Jesucristo vive! esta es la noticia. Es en la tumba que el camino de la cruz coincide con el camino de la esperanza. Si la cruz es símbolo de muerte, la tumba es símbolo de esperanza, es en la tumba en donde podemos entender que la muerte no era la última parte del plan de Dios.

Es en la tumba en donde entendemos que las malas noticias nunca son las últimas noticias y que de la misma forma en que Jesús venció la muerte, algo que parecía imposible, Jesús tiene el poder para cambiar nuestra tristeza en alegría y nuestro dolor en esperanza. En la tumba entendemos que la resurrección es una invitación a reconocer el poder de Cristo, permitir que ese poder nos transforme y ser portavoces de la esperanza para un mundo que la necesita. No es casualidad que fuera una mujer la que estaba ante la tumba llorando por la muerte del Maestro, ya que Jesús les había dado a las mujeres la importancia que la sociedad no le daba y el agradecimiento de estas se tradujo en fidelidad a lo largo de su vida pública, su crucifixión, su muerte y ahora en su resurrección.

Esa tumba vacía es capaz de cambiar y transformar los sentimientos de desconsuelo, dolor y desesperanza en genuina alegría y avivar la esperanza de que nuestros seres amados lo veremos otra vez tal cual lo dice el Catecismo de la Iglesia numeral 989: “Creemos firmemente, y así lo esperamos, que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente, los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que Él los resucitará en el último día (cf. Jn 6, 39-40). Como la suya, nuestra resurrección será obra de la Santísima Trinidad: “Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros (Rm 8, 11; cf. 1 Ts 4, 14; 1 Co 6, 14; 2 Co 4, 14; Flp 3, 10-11).”

“¿Cree esto?” (Juan 11,26) Creer es tener fe, la convicción, la seguridad de que Cristo dejó la tumba e hizo eso por cada uno de nosotros. La respuesta no la tiene nadie, solamente usted querido lector; pero si su respuesta es “sí creo” es momento de dejar atrás la idea de que la Semana Santa son los conejitos y los huevos de chocolates como parte de la tradición norteamericana de Easter; o el disfrute del bronceado playero, como suele suceder en Honduras. Nadie puede ser o declararse cristiano católico sin creer en la resurrección. ¡Él vive, Él vive!

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