Editorial |Nuestra voz |En Honduras el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión

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El miércoles próximo volveremos a recibir la ceniza sobre nuestra frente y escucharemos del sacerdote decirnos: “conviértete y cree en el Evangelio” o «acuérdate que eres polvo y al polvo volverás», una frase que nos recuerda la caducidad y fragilidad de la vida humana en la que la muerte es un destino inevitable; de este modo iniciamos así un recorrido de cuarenta días que nos llevará a la celebración del misterio central de nuestra fe: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Este recorrido de la Cuaresma está orientado y tiene sentido en cuanto nos conduce a la gozosa celebración de la resurrección del Señor.

Este recorrido está marcado y se centra en tres pilares espirituales: la oración, el ayuno y la limosna; es un tiempo de gracia, en el cual se nos invita a reflexionar y revisar nuestra vida, para que haciendo esto la ajustemos a lo que el Señor quiere y el Evangelio nos exige. Es, al mismo tiempo, de austeridad que se expresa en las privaciones voluntarias que conforman lo que llamamos abstinencia y que se completa con el ayuno pues es importante reflexionar sobre lo que nos recuerda las Santas Escrituras que no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Es la llamada apremiante a la austeridad voluntariamente asumida; además de una invitación a la conversión del corazón. Es también, el tiempo de la solidaridad, expresada en el compartir aquello que tenemos mediante la colaboración en la recolecta de bienes con la finalidad de apoyar obras sociales que la Iglesia realiza desde una mirada solidaria, fraterna y generosa con los más necesitados, oportunidad única para compartir no de lo que nos sobra, sino de lo que necesitamos para vivir. Es un llamado a nuestra solidaridad hecha vida con las necesidades de otras personas, siguiendo el ejemplo del relato de la viuda pobre que nos narra el Evangelio de San Marcos 12, 43−44 “Porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento”.

En este tiempo de Cuaresma se nos recordará las pruebas y dificultades que todos debemos afrontar y superar en el camino de la vida porque nadie está exento de ellas, aquí lo importante es cómo las afrontamos, cómo debemos actuar siguiendo el camino que Jesús nos muestra; no se trata de buscar un camino fácil para realizar la obra de la redención, se trata de seguir la voluntad del Señor porque no se hacen las cosas por gusto personal o por capricho. La tentación o la prueba, están siempre ante nosotros, no la podemos evitar.

Todo el secreto radica en la manera de hacerle frente y superarla. Como vemos el recorrido cuaresmal es rico en valores y actitudes para fortalecer nuestra vida cristiana, de cada uno depende cómo lo hagamos, qué valores desarrollemos y qué actitudes cambiemos. Ese hoy, es este tiempo de gracia y bendición llamado Cuaresma. Vivámoslo a fondo en medio de las circunstancias de este hermoso país llamado Honduras.

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