“La salud es un derecho de las personas y una responsabilidad de los Estados”, afirmó la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne (Conferencia Mundial sobre Atención Primaria de la Salud, 26/10/2018, Kazajistán), pero la realidad es que, dejar la responsabilidad solo en los hombros del Estado es perpetuar un paternalismo dañino que no deja a las comunidades crear sus propios esquemas con base a su realidad más próxima. La evolución de la salud pública ha estado ligada a la historia política, económica y administrativa de Honduras, con altos y bajos, pero ningún esfuerzo ha logrado superar las inequidades existentes desde la época de la colonia.
Mejorar racionalmente las condiciones sanitarias de la población es una tarea pendiente que requiere de la correlación de fuerzas económico-sociales y políticas y pretender que las buenas intenciones de un secretario de Estado y los esfuerzos de una sola institución son suficientes para lograr cambios estructurales, es del todo ingenuo y muestra un enfoque errado de la problemática del sistema oficial de salud y sus soluciones.
Ha llegado el momento de ver hacia adelante sin culpar al antecesor y crear equipos multidisciplinarios e intersectoriales en los cuales se incluya la población y sociedad civil; en donde las municipalidades como gobierno local, asuman un rol, a través de la creación de una serie de iniciativas innovadoras de proyección comunitaria, que contribuyan a la transformación de las condiciones de vida de la población.
Articular salud y desarrollo, es relevante para crear un modelo de atención primaria en salud descentralizado, un modelo que fortalezca la democracia participativa e inclusiva de la población, para lograr el desarrollo de las personas y sus comunidades; para lograr hacer real y efectivo el derecho a la salud integral y universal; mediante un proceso de transformación del rol tradicional de un hospital, que concentra sus esfuerzos en la atención de “pacientes”, con un enfoque puramente biológico y encerrados en sus propias estructuras. Evolucionando hacia un modelo de salud preventivo – curativo, abierto a la comunidad, centrado en la persona como sujeto de derechos; incluyendo a la población en todos los procesos, abordando la salud de manera integral. Sabemos que es posible, porque en otros países similares a Honduras, ha funcionado, pero se necesita que los actores y autores conjuguen un grado de convergencia tal, en el cual se dejen a un lado y atrás las intolerancias ideológicas que permitan un auténtico acuerdo nacional con los mejores argumentos jurídico-políticos, ético-morales, científicos y tecnológicos, en un debate democrático.
La mayoría aspiramos a que se construya un modelo que revolucione el sistema de salud tradicional e imperante, un sistema que trascienda; que salga de las paredes de un hospital o un centro de salud o de un profesional de salud, o de la atención o ausencia de enfermedad, a un concepto mucho más amplio y multidimensional, con resultado e indicadores medibles y cambios palpables reflejados en el cambio de perfiles epidemiológicos, erradicación de la desnutrición de primer y segundo grado, disminución de casos de anemia, control de enfermedades como la diabetes e hipertensión, Etc.