Desde el 20 de enero de 2025, que asumió el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Honduras ha tenido que recibir a cientos de migrantes deportados indocumentados, encadenados y esposados como que si fueran delincuentes; cerca de nueve vuelos, entre militares y chárter han aterrizado con hondureños deportados a bordo, debido a las estrictas medidas migratorias adoptadas por el nuevo gobierno estadounidense.
Hombres y mujeres que regresan a este país tras haber recorrido un desgarrador camino bajo la amenaza de violaciones, extorsiones, secuestros, mientras dejaban atrás su casa, su tierra, su familia, en algunos casos dejando atrás la muerte amenazante y sin cara de las maras, de los asesinos a sueldo para buscar otra vida que les permitiera escapar de la miseria y la pobreza. Todas esas penurias, angustias y sufrimientos vividas en ese tortuoso camino hasta lograr ingresar a Estados Unidos, adquieren los visos de un sacrificio inútil ahora que deben volver al lugar de donde salieron; con la diferencia de que ahora se necesitan esfuerzos reales para mitigar el impacto de la deportación, facilitar su reintegración en el país, hacer esfuerzos para lograr que se queden y por supuesto garantizar el respeto por los derechos de los ciudadanos.
En este contexto, en la homilía del domingo 9 de febrero, el obispo emérito Oscar Andrés Cardenal Rodríguez Maradiaga, SDB, uno de los lideres de la Iglesia Católica, lamentó el derroche de fondos y el uso desmedido de fondos públicos en la política hondureña, en el desarrollo de las elecciones primarias en Honduras, programadas para el 9 de marzo de 2025 y aconsejó que esos recursos deberían ser utilizados para aliviar la difícil situación de los migrantes, que según datos oficiales aproximadamente dos mil hondureños han sido deportados recientemente desde Estados Unidos y México, poniendo a prueba la capacidad de respuesta del país y sus programas de reinserción social.
En un llamado a la sensatez, el obispo emérito Rodríguez Maradiaga instó a los hondureños a no seguir atados a los intereses políticos; cuestionando la inversión millonaria, de a 1,400 millones de lempiras, destinados a la organización y supervisión de los comicios internos de 3 partidos políticos en elecciones primarias mientras el país enfrenta un creciente flujo de deportados que requieren atención y recursos; “Honduras, año 2025, año santo, año jubilar, no podemos seguir atados simplemente a la politiquería”, dijo el obispo emérito e insistió que resulta necesario reevaluar las prioridades nacionales y destacó el reciente comunicado de la Conferencia Episcopal en la cual los obispos instan a los hondureños a orar y votar cívicamente en las próximas elecciones, buscando siempre el bien común, la paz y los derechos sociales, especialmente para los más pobres.
Con esperanza y confianza, confían en la intercesión de Nuestra Señora de Suyapa para guiar al país hacia un futuro mejor y enfatizó la necesidad de acciones concretas de solidaridad, más allá de “palabras vacías”, implementando estrategias que mejoren las condiciones de vida en Honduras para frenar la migración irregular de hondureños hacia Estados Unidos e invertir en la creación de empleos y oportunidades económicas para apoyar a los hondureños que son devueltos al país sin recursos tras ser deportados.
