El cambio climático causa estragos en las comunidades al provocar eventos climáticos extremos como inundaciones y sequías que afectan la seguridad de las personas, lo que agrava la pobreza, genera inseguridad alimentaria, provoca desplazamientos de personas y daña la biodiversidad y la economía local; afectando particularmente a las comunidades que dependen de la agricultura y la pesca, ya que sus medios de vida se ven amenazados directamente por las alteraciones en los patrones del clima y nuestros campesinos son los más vulnerables al cambio climático, del cual somos responsables directos o indirectos tal como lo advierte el extinto Papa Francisco en su carta encíclica Laudato Si (2015).
Honduras, atraviesa un momento muy conmovedor y complicado tanto en las ciudades como en el campo, en donde muchos han quedado sin sus viviendas y enseres domésticos, otros han perdido sus cultivos y algunas familias un miembro de su grupo familiar de ahí, que es oportuno que como hermanos expresemos nuestra solidaridad a través de acciones concretas como donaciones monetarias, materiales y asistencia social en particular, brindar apoyo emocional a quienes lo necesitan, complementado con pequeños gestos diarios de ayuda.
Esto incluye desde donar ropa, alimentos o tiempo, hasta escuchar activamente y ofrecer consuelo. Es en momentos como estos de crisis, que se prestan aprender la importancia de ayudar y socorrer a los demás y de trabajar juntos para superar las dificultades. Ante una crisis, un desastre natural, muchas personas pueden necesitar apoyo de forma más intensiva que en otros momentos.
No debemos olvidar que, para prestar esta ayuda, siempre es importante escuchar las necesidades reales de las personas afectadas. Y quién mejor para saber que los grupos de las Parroquias afectadas que conocen el territorio y están vinculadas a las personas. Porque hay muchas formas de entender y ejercer la solidaridad, pero, para que realmente sea efectiva, es necesario practicarla de forma organizada y respetando siempre los ritmos y necesidades de las personas, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles; porque una solidaridad que no responda a esto puede llegar a ser contraproducente, por bienintencionadas que sean. Además, debe tenerse presente que la solidaridad en casos de catástrofes es un camino de largo recorrido y las necesidades se pueden extender más allá de las primeras semanas.
Ser solidarios nos ayuda a crecer de forma sana nos hace conscientes de las complejidades del mundo que habitamos, de las desigualdades existentes y de las situaciones de injusticia. Pero también nos da la oportunidad de comprometernos para paliar este sufrimiento y dejar nuestro granito para que esa situación mejore.





