Estamos a pocos días de celebrar las elecciones generales en nuestro país. El ejercicio de la democracia no debería de estar jamás, amenazado y boicoteado, como da la sensación de que está siendo este.
Es muy doloroso, ver cómo, personas sin escrúpulos, sin ética, y sin corazón, están intentando por todos los medios desbaratar, enturbiar, cuando no impedir, el desarrollo de dichas elecciones.
Mi deseo, en estas semanas, era dedicar este espacio a la reflexión de lo dicho, por el Papa León XIV, en su exhortación apostólica: “Dilexi te”. No es que esté abandonando del todo este proyecto, al contrario. Prefiero mil veces, pecar, de ingenuo e inocente, al soñar con la posibilidad de un mejor país, en el que aprendamos todos a respetarnos bien, en el que, todos trabajemos para superar los obstáculos que nos agobian por culpa de los corruptos y de los corruptores, que llegar a pensar que no podemos hacer nada por revertir esta situación, esta sensación.
En la “Dilexi te” el Papa señala, como una de las causales de la pobreza, el mal manejo de la política. Aquí les comparto lo que dice el numeral 10: “Se puede decir que el compromiso en favor de los pobres y con el fin de remover las causas sociales y estructurales de la pobreza, aun siendo importante en los últimos decenios, sigue siendo insuficiente. Esto también porque vivimos en una sociedad que a menudo privilegia algunos criterios de orientación de la existencia y de la política marcados por numerosas desigualdades”.
Así es. La política entorpece la lucha por dignificar a los pobres. El Papa Francisco lo había dicho muy claramente también, pero como en este mundo se preocupaban más por sí, él hablaba de bendecir parejas homosexuales, olvidaban, mejor, ignoraban a propósito, lo que él sí, defendía.
Aquí algo de lo que decía: Si los políticos y los profesionales no los escuchan, (a los pobres) «la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino».
Cuando me colocan en una posición de servicio y me dedico a estar viendo más a servir al que me confío el cargo, que, en servir a la ética y a la población, en general, dejo de cumplir la misión que se me ha confiado.
La pobreza en nuestro país también es, y en mucho, responsabilidad de los dueños de los partidos, que meten sus tentáculos en todo. Su espíritu dictatorial combinado con esa locura de llenarse los bolsillos, a costa de lo que sea, provoca un descalabro total.
La pobreza, lamentablemente, no va a ser superada mientras sigamos dejando que los manipuladores de la verdad nos vendan sus mentiras y, sus servidores ciegos, se nieguen a caminar en la honestidad. En nuestra patria no se vende a los pobres, se compra a los políticos.






