Describir a Monseñor Luis Solé Fa, Obispo Emérito de Trujillo no es tarea compleja, ya que su calidez humana, respeto y de trato afable, son esas características que refieren a este humilde pastor que por décadas ha permanecido en Honduras, a través de la misión en varios lugares como la Mosquitia y Puerto Cortés.
Los fieles de esta zona costera de Honduras, al consultarle del legado que deja este pastor y que durante 18 años pastoreó esta comunidad, no demoran en hablar de sus mensajes cargados de sinceridad social, de su acompañamiento al pueblo sufriente por la desigualdad y su contacto directo con el desposeído. Cercano a todos los movimientos eclesiales, con su tono bajo de vos, pero con la claridad del mensaje, siempre hubo tiempo para la escucha, perenemente caminó junto al pueblo en Sinodalidad, indistintamente de las distancias, clima o necesidad.
Monseñor Luis Solé Fa, fue nombrado por el Papa Juan Pablo II como primer obispo de Trujillo un 18 de marzo 2005 y ese mismo año, el 29 junio, fue consagrado de manos del Su Eminencia Óscar Andrés Cardenal Rodríguez y desde ese entonces su peregrinar en la zona fue notorio dejando grandes frutos pastorales.
“Gracias Monseñor por su acompañamiento, su fe, luz y testimonio y sus palabras precisas y concretas para cada una de nuestras familias por todo ese acompañamiento durante en este tiempo” expresa con tono nostálgico, la señora Patricia Cárcamo Juárez, quien junto a su esposo José Napoleón Zelaya, forman parte de la Pastoral Familiar.
INCANSABLE
Para Irma Gonzáles, responsable de radio Trujillo “La voz del pueblo” describe a Monseñor Luis como “Una persona incansable, las luces de su oficina se apagaban a las nueve de la noche, pero a las dos de la madrugada de nuevo se encendían, trabajaba mucho”, señala la comunicadora que durante varios años lo acompañó a diversas zonas de la diócesis.
Por su cercanía con el Obispo, Gonzáles lo describe como “una persona muy sencilla, humilde, muy respetuosa con sus sacerdotes, él siempre dijo que cada párroco es responsable de su parroquia y solo que lo invitaran él iba, cada uno hacia su homilía y lo respetaba. Le dolía mucho el sufrir de las personas, y cuando no estaba a su alcance el buscaba por dónde”.
APOYO
Durante unos años, Monseñor Solé formó parte de la junta directiva de la “Finca del niño” institución que se encarga de atender a unos veinte infantes en riesgo social y que incansablemente, Monseñor Solé, apoyó en todas las actividades dejándoles esperanza. Zulena Pescatore, presidenta Fundadora de Finca del Niño, le expresó recientemente su gratitud en un evento de despedida “Usted deja en el corazón de estos niños una marca increíble, gracias por todo el apoyo en estos años”.
IMPULSADOR
Durante su Gobierno episcopal, a Monseñor Solé le hizo frente a muchas injusticias sociales, problemas de tierras, narcotráfico, pobreza y conflictos que incluso medió para evitar pérdidas de vidas humanas. En junio de 2012 el Bajo Aguan, comunidad productora de palmas africanas, se convertía en un espacio campal por peleas de tierras entre empresarios, Gobierno y pueblo, lo que pintaba para ser una crisis de dimensiones históricas y que ciertamente dejó mucho dolor, sin embargo y con ese compromiso social, Monseñor Solé alentó a las autoridades del país en ese momento y a los campesinos a volver a la mesa del diálogo y negociar honradamente sin dejar a un lado el “Bien común”, dijo ante la tensión.
“Como Obispo lo que más preocupa es que se rompa el diálogo y que empecemos a desestabilizar la vida social en este departamento, que se empiecen a cortar las carreteras, con lo cual ya no son los campesinos los que están resolviendo un problema, sino que lo están creando para la gran mayoría de la población de esta localidad”, anexó en ese entonces. Fueron múltiples reuniones, cartas pastorales, comunicados diocesanos y presencia permanente que lograron tener avances significativos gracias a la mediación de un sacerdote misionero español que llegó a Honduras para quedarse y que justamente hace eco a las palabras del Papa Francisco en un reciente mensaje a los obispos en Hungría “ser anunciadores del Evangelio. No olvidemos que en el centro de la vida de la Iglesia está el encuentro con Cristo”. Eso y más hizo Monseñor Luis Solé.