Quizás no sea correcto hablar de un “protocolo” tan estricto como el que tienen los reyes cuando mueren, sin embargo, hay ciertos pasos que se siguen ante la muerte de un Sumo Pontífice. En primer lugar, la constatación y el anuncio que el Santo Padre ha muerto. El reconocimiento médico del cuerpo, la presencia de algunas autoridades del Vaticano y revestirlo con los ornamentos sagrados son algunas de las cosas que se hacen en este momento. Además, luego se hace el traslado del cadáver del Papa hacia la Basílica de San Pedro, la misa exequial y la sepultura. A continuación, detallamos cada paso a seguir.
- Constatación y anuncio de la muerte del Santo Padre
- El Camarlengo, el Prefecto de la Casa Pontificia, el Sustituto de la Secretaría de Estado, el maestro de las celebraciones litúrgicas del Santo Padre, llegan al lugar donde se encuentra el Papa.
- El director de los Servicios Sanitarios del Vaticano, examina el cuerpo para constatar la muerte y sus causas.
- Cuando oficialmente, se confirma la muerte del Santo Padre, el Camarlengo dice: “Pastor nostro, Románus Póntifex N, cum Christo mórtuus est”, es decir, “Nuestro Pastor, el Romano Pontífice N, ha muerto con Cristo”.
- Se reza un responso que culmina con la Salve.
- El Camarlengo le retira el anillo del pescador al Papa y procede a su destrucción junto con el sello, con el objeto de evitar falsificación de documentos.
- Después, el médico dispone todo para la conservación del cadáver y el maestro de las celebraciones litúrgicas se encarga de revestirlo con los ornamentos para la Misa color rojo, y de ponerle la mitra, el palio y la férula.
- El Sustituto de la Secretaría de Estado anuncia a todos los fieles la muerte del Papa y se tocan las campanas de la Basílica de San Pedro.
- Cuando el cadáver del Papa está revestido, se lleva al lugar del Palacio Apostólico designado por el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas. Junto al cuerpo sin vida se coloca el Cirio Pascual y un recipiente con agua bendita. Al llegar, el Camarlengo, con hábito coral y estola roja, preside el rezo de un responso, que concluye con la aspersión del cadáver con agua bendita.
- Terminado el responso, el cadáver es velado por los Penitenciarios de la Basílica de San Pedro, que visten estola roja. En ese lugar se tienen breves momentos de oración, celebraciones de la palabra, se reza la Liturgia de las Horas y se recitan rosarios.
- Traslado del cadáver del Papa
- En el día y a la hora establecidos por la Congregación de Cardenales se hace el traslado del cadáver del Papa a la Basílica de San Pedro. La ceremonia es presidida por el Camarlengo, quien viste con estola y capa pluvial roja.
- Cuando todos los Cardenales han llegado al lugar del Palacio Apostólico donde se encuentra el cadáver, inicia la celebración con el canto de la antífona “Yo soy la resurrección y la vida”.
- Terminado el canto, el Camarlengo rocía el cadáver del Papa con agua bendita. Después invita a todos a rezar y explica el significado de trasladar el cadáver a la Basílica, lo que concluye con una oración. Al final el Diácono dice: “Procedámus in pace”, e inicia la procesión.
- En la procesión caminan primero los Cardenales, Diáconos, después los Cardenales Presbíteros y al último los Cardenales Obispos. Tras ellos avanzan dos Diáconos. Luego, el Camarlengo. Detrás del Camarlengo se lleva el cadáver del Papa. Lo cargan los sedarios pontificios, el grupo de personas que se encargaba de llevar al Papa en la silla gestatoria. Al lado del cadáver caminan doce Clérigos con estola roja, que portan velas encendidas. Al lado de estos clérigos caminan miembros de la Guardia Suiza.
- Al llegar a la Basílica, el cadáver del Papa se coloca frente al altar de la Confesión, viendo hacia el pueblo. Junto se encuentra el Cirio Pascual. Una vez colocado, el Camarlengo lo rocía con agua bendita y lo inciensa, mientras se canta un responso. Al terminar el responso, se lee un pasaje del Evangelio de San Juan (17, 24-26). Luego, tiene lugar la una oración de los fieles, y se reza el Padre Nuestro. Este rito concluye con una oración que dice el Camarlengo.
- Acabada la celebración, se abren las puertas de la Basílica para que los fieles puedan orar frente al cadáver del Papa.
- Misa exequial
Una vez colocado en el ataúd, el Camarlengo se dirige a los presentes con unas palabras, tras lo cual el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas lee el texto de una “Rogitio”, un documento en el que se narra la vida del pontífice. Cuando concluye la lectura, se canta un salmo. Después, el Camarlengo reza una oración.
La Misa se celebra como de costumbre hasta la Oración Después de la Comunión. Una vez rezada ésta, el Decano se para frente al altar y delante del féretro, y los demás cardenales y los patriarcas de las Iglesias Orientales se paran a los lados. Cuando han llegado a sus lugares, inicia el rito de la “Ultima Comendatio et Valedictio”, cuando el Cardenal Decano invita a los presentes a orar. Tras un momento de silencio, se cantan las Letanías de los Santos.
Al concluir las letanías, el Cardenal Vicario para la Diócesis de Roma, frente al féretro, reza una oración. Al concluir, viene la Súplica de las Iglesias Orientales. Los Patriarcas, Arzobispos Mayores y los Metropolitanos de las Iglesias Orientales, cantan la Panikhida, tomada del oficio de Difuntos de la Liturgia Bizantina. En un momento de este rito, un patriarca inciensa el ataúd mientras dice una oración.
Después, hay un momento de oración en silencio, tras el cual, el Cardenal Decano aspergea e inciensa el féretro mientras se canta el responso.
Al final, el Decano reza una oración, tras la cual, se canta el “In Paradisum”. Cuando concluye el canto, los concelebrantes regresan a la sacristía, precedidos por la cruz y los ciriales. Detrás del Cardenal Decano camina el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas con un ceremoniero, y tras ellos, los sedarios llevan el féretro del Papa difunto.
- Sepultura
Concluida la Misa, el ataúd con el cuerpo del Pontífice difunto es llevado al lugar en el que será sepultado. Puede ser en la Basílica de San Pedro, o en otro templo que hubiese dispuesto en vida el papa. Mientras es trasladado el féretro se entona el Magnificat, los salmos 113, 117 y 41.