La etimología de la palabra arzobispo, se sabe que viene de del griego “archiepískopos”, que es fruto de la suma de estos dos elementos: el prefijo “archi-”, que puede traducirse como “el jefe” o “el que manda” y el sustantivo “episkopos”, que es equivalente a “obispo”, es decir en palabras sencillas “el que manda a los obispos”.
También se le agrega la palabra metropolitano al arzobispo de la arquidiócesis central de una provincia eclesial que contiene varias diócesis. Este tiene todos los poderes del obispo en su propia arquidiócesis; además supervisión y jurisdicción limitada sobre las demás diócesis, llamadas sufragáneas. El palio conferido por el Papa, es el símbolo de su status como metropolitano.
Un arzobispo titular, es el que tiene el título de una arquidiócesis que existía en el pasado, pero ahora existe solo en título. No tiene jurisdicción ordinaria sobre una arquidiócesis. Lo son, por ejemplo los arzobispos en la curia romana, nuncios Papales, delegados apostólicos.
El arzobispo ad personam, es el título honorífico personal a modo de distinción concedido a algunos obispos. No tienen jurisdicción ordinaria sobre una arquidiócesis. También existen los arzobispos primados, que es el título honorífico dado a los arzobispos de las circunscripciones eclesiásticas más antiguas o representativas de algunos países o regiones. Se conoce también el concepto de arzobispo coadjutor, quien es el asistente del y tiene derecho a sucesión.