Con el sí de María, la Iglesia aguarda al Salvador del Mundo

El Adviento es el tiempo litúrgico mariano por excelencia gracias a esa disposición de la Virgen Santísima en el plan redentor de Dios

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Las diferentes celebraciones marianas en el Adviento y la liturgia enmarcada en el papel de la Madre de Jesús, guían este tiempo preparatorio. San Lucas en su primer capítulo, narra ese encuentro de la pequeña María con el Ángel del Señor, aún con miedo, el deseo de servir a Dios, es lo que impulsa a la Virgen a disponerse para hacer la voluntad del Señor. A María santísima le hace decir sí no el conocimiento sino la obediencia y la confianza en el Señor, a pesar de no conocer la voluntad de Dios, ella abre su corazón para dejarse llevar por la certeza que es valiosa y que, por esa razón, fue elegida por el Señor.

El Papa Francisco define el “hágase” de la Virgen no solo como una afirmación, sino como una actitud a un futuro en la plena confianza y realización de Dios, el Santo Padre define la vida de María, como un “Camino de actitudes de esperanza, María no sabía cómo podría llegar a ser madre, pero confió totalmente en el Señor”.

Relevancia

El sí de la Virgen María, es vital para la fe cristiana, su respuesta al anuncio del ángel partió la historia en dos y dio paso al acontecimiento salvífico, iniciado en la Madre del Señor. El padre Carlos Rubio, párroco de la comunidad Nuestra Señora de la Visitación, expresa que “La afirmación de María implica una vida totalmente entregada y abandonada en Dios, un sí que se mantiene hasta el culmen, mantenido hasta el martirio de la cruz”. El presbítero agrega que “María tiene un relieve particular en el Adviento por darle ser y cuerpo al Señor, ella fue preparada no solo para dar una respuesta sino para asumirla en su corazón”.

Para el sacerdote, la Virgen fue la más fiel discípula de Jesús principiando en su disposición y llevando ese sí, a los momentos más complejos, su papel en relación con la Iglesia y con toda la humanidad, va más allá todavía, cooperó de forma singular a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad”. Estas destacables actitudes que incluyen las virtudes teologales, hacen de María, una de las figuras imprescindibles del tiempo del Adviento. Ahondar en el papel de la Virgen, es reflexionar en que su hijo Jesús, fuente del amor eterno, se hizo verbo en su vientre y trajo consigo la salvación a todo el mundo. ‘’Este es un tiempo para meditar sobre el ser y las virtudes de María, que antepone sus propios intereses para realizar la voluntad de su Padre’’, concluye el presbítero Carlos Rubio.

Contexto

La “pequeña María”, como muchos padres y teólogos definen a la Virgen María, es una definición ideal para situarnos en su sí. Anabel Ortiz, organizadora del Rosario Mundial de Mujeres en Honduras, opina que “Siendo aún una niña y prometida en matrimonio, en medio de una sociedad altamente machista y provista de una visión limitada del papel esencial de la mujer en la familia y la sociedad, representó primero un reto enorme y segundo un acto de fe y obediencia sin límites a Dios”. La enseñanza de María Santísima en el Adviento, “es el valor, la firmeza, la entrega, la pureza, la humildad y un amor infinito por todo lo divino”, expresa Ortiz, quien además afirma que “el sí de María, trajo consigo la salvación eterna, sin ella, la historia no se habría escrito igual y sin Jesús nuestra salvación no existiría”. Aún sin saberse capaz de la misión encomendada, María la asume y la realiza de manera excepcional, forjando el camino de su hijo y aportando a que su misión redentora llegue a término.

La Virgen María es fiel ejemplo de acogida a la Palabra del Señor, demostrando también cómo superar las circunstancias duras de la vida, ella se dejó guiar por la fe, por la convicción de quién le solicitaba su servicio y eso, la colocó siempre atenta a las necesidades de los demás como ocurre con Isabel en la visitación o en Caná en el milagro de la boda.

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