La noticia de que un sacerdote ha dejado de ejercer su ministerio o que una religiosa ha abandonado su formación, siempre es motivo de sorpresa entre los fieles y puede llegar a causar mucho revuelo, pero la verdad es que se trata de una noticia triste, puesto que la Iglesia de Cristo sufre cuando uno de sus miembros se va. Es un acontecimiento innegable, que forma parte de la realidad, que ocurre desde hace mucho tiempo y que, probablemente tampoco dejará de suceder.
Esta temática puede llevarnos a escandalizarnos pensando en que tal persona “ya no es sacerdote” o esta religiosa “colgó los hábitos” También, puede causar motivo de confusión en cómo referirnos a ellos con su nueva realidad. Aquí te damos algunos puntos que pueden ayudarte a comprender mejor esta situación.
El primer lugar, evitar los juicios a toda costa. Cualquiera que haya sido la causa que lo motivó a tomar esa decisión, debes ser prudente, evitando juicios y comentarios que puedan convertirse en calumnias. Segundo, sé empático. Tanto los sacerdotes como las religiosas, son seres de carne y hueso, así como usted que está leyendo esto; si te enteras que un sacerdote ha dejado su ministerio, lo último que se te debe cruzar por la mente es cuestionarle o abordar ese delicado tema, al contrario, busca levantar su autoestima. Tercero, recuerda que, ante todo, siguen siendo hijos de Dios, humanos y dignos. Cuarto, dirígete a ellos con el respeto y cariño de siempre y ten la apertura de preguntarle qué le hace sentir mejor. Por último, pero no menos importante, ora por ellos.
1 Respeto
Recuerda mantener el respeto por la dignidad humana siempre y en todo momento, porque independientemente de nuestras decisiones, siempre seremos hijos de Dios y Él nos ama con todo.
2 Sacramento
El orden sacerdotal es un sacramento, por tanto, tratando de los sacerdotes no es que ellos “dejan de serlo” sino que sencillamente ya no ejercen su ministerio porque el sacramento es un sello indeleble para toda la vida.
3 Consagración
En las religiosas funciona de manera diferente puesto que ellas realizan votos frente al altar, no un sacramento. Lo que quiere decir, que para prescindir de esta vocación, deben anularlos con la Santa Sede.