Adviento y Cuaresma, dos tiempos de preparación para los grandes misterios. Aunque tienen muchas similitudes, cada uno tiene un sentido diferente.
Los aspectos litúrgicos parecen ser los que más se identifican fácilmente. El color morado es característico de ambos, pero su significado es diferente. Adviento nos prepara a celebrar el misterio de la Encarnación del Señor, es decir, para la Navidad. Cuaresma, en cambio, nos prepara para celebrar el Misterio Pascual de Cristo, pasión, muerte y resurrección.
Aunque la finalidad es diferente, hay una constante invitación a la conversión en ambos. En Adviento escuchamos, generalmente, a San Juan Bautista, invitando a la conversión de los pecados, enderezar lo que está torcido y a “preparar el camino del Señor”.
La dinámica de la Cuaresma, en cambio, nos introduce en la conversión a través de la práctica del ayuno y la abstinencia, la oración y la limosna.
Por otro lado, la duración de la Cuaresma se extiende durante más tiempo que el Adviento. Teológicamente, se le puede dar muchas interpretaciones a los 40 días de la Cuaresma: los 40 días de Jesús en el desierto; también los 40 años que el pueblo de Israel anduvo por el desierto; 40 días duró el diluvio que nos narra el libro del Génesis, entre otras. Por su parte, el tiempo del Adviento dura 4 semanas, en las que, las primeras 3 semanas tienen una dinámica clara, se resalta la figura de los personajes del Adviento; el profeta Isaías, San Juan Bautista y la Virgen María.
Los cantos en la Liturgia, también marcan una clara diferencia entre ambos tiempos. La espera por la venida del Señor, se caracteriza por cantos alegres, de esperanza y alegría. En Cuaresma, los cantos suelen estar orientados a la meditación y la oración. No obstante, ambos tiempos litúrgicos, se distinguen de los demás por la austeridad en los cantos litúrgicos, en ambos no se entona el himno del Gloria, salvo en las solemnidades que hay dentro del tiempo.
En definitiva, son dos tiempos litúrgicos de mucha riqueza espiritual. En ambos se nos hace una invitación clara a la conversión. Se reitera, son diferentes. Sin embargo, aquí solo se han señalado algunos aspectos en que se distingue uno de otro, ciertamente, hay muchos más. Lo importante es que, tanto en Adviento como en Cuaresma, podemos aumentar y fortalecer nuestra espiritualidad cristiana.