Muchos hemos escuchado la frase “Es que en este tiempo es cuando más anda suelto el diablo”, esto para referirnos a que es más fácil caer en tentaciones cuando Dios nos llama a ser mejores y buscar la conversión. Y es que las tentaciones parecieran estar a la orden del día desde que abrimos los ojos, cuando vamos al trabajo, ya sea en transporte publico o en nuestros vehículo, ya que en muchas ocasiones hay imprudentes al volante que nos “quitan la paz” y lo primero que hacemos en gritarles de una forma que solo nos aleja de Dios y a esa persona no le afecta en nada.
Es por ello que es importante mantenernos en lucha contra nosotros mismos y emplear toda la fuerza para arrancar cada inclinación viciosa, incluso las triviales.Si sabemos que una de nuestras tentaciones es la ira, tratar de vencerla haciendo respiración y tratando de calmar el impulso de pelear. En un momento de enojo, es fácil decir algo de lo que luego te arrepentirás. Tómate unos momentos para ordenar tus pensamientos antes de decir algo.
Es importante mantener nuestro cuerpo sano. La actividad física puede reducir el estrés que te puede provocar enojo. Si sientes que aumenta tu enojo, sal a correr o caminar enérgicamente, o dedica un tiempo a hacer actividades físicas que disfrutes.
Las comidas
La Iglesia nos invita al ayuno en Cuaresma y la abstinencia de comer carne los viernes de este tiempo, pero cuando menos queremos comer, más rápido se cruza por nuestra mente el deseo de saciar un hambre inexistente en muchas ocasiones, porque quizás acabamos de comer. El comer es como una anestesia emocional constituye el 75% de la ingesta en exceso y de los fracasos al seguir dietas para adelgazar. La lucha espiritual contra la gula es muy difícil, pero se puede vencer tomando tés, comiendo semillas y evitando pasar por lugares donde sabemos que podemos caer en la tentación de picar algo a destiempo.
La depresión
Muchos caemos en vacíos de tristeza y a veces es la forma en la que el enemigo nos tienta a pensar que no valemos nada e incluso lleva a muchas personas a cometan el error de atentar contra su vida. Se sugiere esta oración:
Quédate conmigo, Señor, porque es necesario que
estés presente para que no te olvide. Ya sabes lo fácil que te abandono.
Quédate conmigo, Señor, porque soy débil
y necesito tu fuerza para no caer tan a menudo.
Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi vida,
y sin ti, no tengo fervor.
Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi luz,
y sin ti, estoy en tinieblas.
Quédate conmigo, Señor, para que escuche tu voz
y te siga.
Quédate conmigo, Señor, porque deseo amarte
mucho y estar siempre en tu compañía.
Quédate conmigo, Señor, si deseas que te sea fiel.
Quédate conmigo, Señor, porque por pobre que sea mi alma
quiero que sea un lugar de consuelo para Ti, un nido de amor. Amén