En un mundo donde la falta de comunicación, la mentira y los celos corroen los cimientos del Matrimonio, la infidelidad se ha vuelto lamentablemente común, afectando tanto a hombres como mujeres. Este grave problema socava la solidez de las uniones basadas en el amor y el compromiso sacramental. Javier Dávila, experto en temas matrimoniales, subraya que “El matrimonio es un camino hacia la santidad y un encuentro con Dios, donde ambos cónyuges se comprometen solemnemente a amarse y respetarse de por vida, con Dios como testigo”.
Firmeza
La fidelidad conyugal, más que una promesa en el altar, es una decisión profunda que fortalece con el tiempo, renovada día a día con la ayuda divina. En palabras de Claudia de Suazo, feligrés de la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, después de 19 años de matrimonio, el secreto radica “En una entrega mutua que se transforma en un amor auténtico, sostenido por la gracia de Dios”.
Por su parte Antonio Fernández, de la Parroquia El Salvador del Mundo, la fidelidad no solo reside en el corazón, sino también en la mente, como una firme determinación de exclusividad y compromiso perpetuo.
Consejos
Eusebio Pérez, del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), ofrece algunas pautas o consejos prácticos para proteger a las familias contra la infidelidad. “Vivir con coherencia, transparencia y con Dios en el centro de cada acción”. Pérez asegura que “la búsqueda continua del Señor y la integración de su plan en la vida familiar, son clave para mantener la unidad y la paz”.
De igual forma complementa estas aseveraciones diciendo que “Creo que debemos de ser testimonio siendo coherentes y transparente con todas nuestras acciones, la infidelidad se combate con la presencia de Dios, con su Palabra, escuchando su voz, y dándonos cuenta también que la infidelidad no es agradable a los ojos de Dios, la forma de proteger a la familia de la infidelidad es buscar del Señor, ser parte de su plan y tenerlo a Él en el centro de nuestro corazón, en nuestra casa y en nuestra familia”.
Respeto
La criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo y en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada. El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria y para su superficialidad. Uno de los mandamientos, va de acorde con lo anterior al decirnos tajantemente “No cometerás adulterio”. En este se nos destaca que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Efectivamente, nuestra dimensión emocional es una llamada al amor, que se manifiesta con la fidelidad, la acogida y la misericordia.
Satisfacción
El Papa Francisco que nos habla sobre la fidelidad en el matrimonio al decir que “¿Quién es entonces el adúltero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura, que se guarda su propia vida e interpreta las situaciones según su propio bienestar y satisfacción”.
En resumen, la fidelidad matrimonial no solo es un principio moral, sino un camino hacia la plenitud del amor verdadero, donde Dios es el guardián y la fuerza que sostiene cada unión familiar contra los embates de la infidelidad.
1601 NUMERAL
Del Catecismo que nos define el Matrimonio como “La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida”.
2340 NUMERAL
Que nos habla y exhorta a permanecer fieles al decir “Se debe de resistir las tentaciones”. También nos recuerda que “La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos” frase de San Agustín.
2363 NUMERAL
Que reza que “Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de ellos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones”.
