Cardenal Rodríguez cuestiona ¿A quién adoramos? ¿Ante quién o ante quienes me arrodillo? Solo en Cristo encontramos el sentido pleno de nuestra vida

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En la Eucaristía de la Epifanía del Señor, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, arzobispo de Tegucigalpa, inspirado en el Evangelio que se proclama en esta solemnidad, que “No podemos quedarnos encerrados en nosotros mismos, sino salir al encuentro de los que sufren, los que están lejos y de los que están muy cerca de nosotros.

El Cardenal dijo que “Todos  podemos estar representados en esos magos de oriente, buscando el sentido para nuestra vida y concretamente buscando el sentido para este nuevo año que el Señor nos regala”. asimismo, cuestionó que, en este camino sinodal al cual nos ha llamado el Santo Padre, “¿Somos cristianos en camino? ¿O cristianos instalados en nuestra mediocridad? ¿Qué estrella necesito seguir en esta etapa de mi vida?”. Es por ello, que dijo que todos  podemos estar representados en esos magos de oriente, buscando el sentido para nuestra vida y concretamente buscando el sentido para este nuevo año que el Señor nos regala. “Todos necesitamos de una estrella que nos guíe. No podemos vivir instalados en la cultura de la superficialidad, en el sin sentido de la vida y en una huida permanente hacía adelante. A la larga nos encontraremos que nuestras vidas están terriblemente vacías”.

Citando el texto sagrado que nos dice que los magos de oriente “Entraron en la casa vieron al niño con María, su Madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron”. el cardenal Rodríguez enfatizó que este es el centro de este bello relato. “Este es el momento más importante de sus vidas. El encuentro con Jesús llena de gozo nuestra vida. El Papa emérito Benedicto XVI sepultado apenas el día jueves, nos dijo, No hay nada más bello que encontrarse con Jesús y así se preparó para el definitivo encuentro. La pregunta es, verdaderamente, hemos experimentado y seguimos viviendo un encuentro con Jesús que llena de sentido nuestras vidas”.

Dice el texto: “Lo adoraron”. Es por ello, que el prelado hondureño explicó que solo Dios es adorable. “Esta actitud de los Magos nos cuestiona también a nosotros en esta Fiesta y nos plantea preguntas decisivas: ¿A quién adoramos? ¿Ante quién o ante quienes me arrodillo? ¿Cómo se llama el “dios” que ocupa mi corazón?” Para responder estas interrogantes, dijo que hay algunos, completamente concentrados en el ídolo del poder y viven todo el tiempo concentrados en adorar al poder, en adueñarse del poder y utilizarlo egoístamente. “El Señor Jesús nos dice el poder es para servir, otros viven adorando el placer sin reglas morales, venga de donde venga, venga de la droga, del alcohol, de la sexualidad descontrolada y sin reglas morales y viven en eso, atrapados y viviendo una mediocridad y otros viven adorando el dinero y tienen su corazón paralizado por la codicia y eso en el fondo, no puede producir paz ni alegría, tal vez una de las pasiones más duras, es la avidez, la codicia, la avaricia, toda alrededor de adorar el dios dinero y no quieren aprender de la historia, que la persona que fallece no se lleva nada de todo lo que ha acumulado, por eso esta fiesta nos invita a poner en orden nuestros mismos deseos”,

Rodríguez siguió desarrollando esta idea y explicó que esas cosas no son malas en sí, si se utilizan conforme a la ley de Dios y se utilizan para servir y para amar porque “estamos llamados a amar”. Al explicar los regalos que recibió el niño Dios, dijo que “El simbolismo de esos cofres que se abren y se ofrece al niño Dios, oro, incienso y mirra. El  oro de reconocer a Dios amor, el incienso de adorarle y darle gloria y la mirra de no olvidar que en nuestra vida, se entreteje la alegría con la tristeza y muchas veces pruebas de enfermedad, de sufrimiento, de dolor, de perdida de seres queridos. También la mirra se ofrece a Dios, también nuestros límites, sufrimientos, nuestras penas, son agradables si sabemos ofrecerlas con amor a nuestro Dios“.

Los magos, más que oro, incienso y mirra, ofrecen su corazón… Esto es llegar a ser creyentes: entregarnos a Cristo y darle toda nuestra confianza, porque solo en Él encontramos el secreto de una vida plena de sentido.

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