Nacido en Tegucigalpa, Honduras el 29 de diciembre de 1942, el Cardenal Rodríguez ha dedicado su vida al servicio religioso y ha sido un defensor incansable en la lucha contra la pobreza, recibiendo reconocimientos notables, incluido el premio Frankl del Ayuntamiento de Viena en 2008. Ordenado sacerdote en 1970 por Monseñor Miguel Obando y Bravo, Rodríguez fue designado Obispo Auxiliar de Tegucigalpa por el Papa Pablo XVI en 1978.
Acompañamiento
En el marco de este aniversario, el padre Carlos Ramos, de la parroquia San Francisco de Asís en Valle de Ángeles, destacó la influencia positiva del Cardenal en su vocación, recordando la alegría y la sonrisa contagiosa que inspiraron su camino sacerdotal. Agradeció a Su Eminencia por el impacto que ha tenido su servicio en Honduras, reconociendo su capacidad para escuchar, comprender y acompañar a la comunidad católica.
Asimismo, el padre Orvín Da- vid Morales, vicario de la catedral San Miguel Arcángel, rememoró el apoyo recibido al ingresar a la congregación religiosa, destacando el compromiso del Cardenal con la formación académica y espiritual. “Admiro profundamente su trayectoria como ministro de la Iglesia y colaborador cercano de varios Papas”, expresó.
El Cardenal Rodríguez se manifiesta, no solo en sus 45 años de servicio Episcopal, sino también en el impacto profundo que ha dejado en quienes lo han conocido. A pesar de ser Arzobispo Emérito, en este aniversario, la gratitud y el reconocimiento fluyen de aquellos cuyas vi- das han sido tocadas por la luz y guía del Cardenal.
Un Legado que Trasciende
Su compromiso con la justicia social y su influencia positiva en las vocaciones sacerdotales son testimonios de una vida dedicada al servicio de Dios y la comunidad.