“No son las ideologías las que pueden refundar un país, es Jesús, es la verdad, es la justicia, es el amor” dijo este domingo 13 de noviembre el Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, en la homilía dominical correspondiente al trigésimo tercer domingo del Tiempo Ordinario. Al presidir la Eucaristía en la Basílica de Suyapa, el arzobispo capitalino fue claro al señalar que, “nunca debemos sacudidos por ofertas engañosas que no aportan una liberación y una felicidad profunda”.
Rodríguez Maradiaga, al meditar las palabras que Jesús dice en el Evangelio de este domingo, explicó que, para poder construir este mundo nuevo, conviene que una manera de vivir equivocada, se derrumbe, no podemos construir algo nuevo, donde no hay bases sólidas de valores, “no se puede construir sobre ideologías que ya están gastadas, ideologías que a lo largo de la historia, han demostrado que solo llevaron a una mayor pobreza”.
El templo, del cual habla el Evangelio, es la expresión de que un mundo injusto tiene que acabarse para que el Reino de Dios sea posible aseveró el carnal, quien advirtió que, “Toda construcción de nuestra vida fundamentada en “lo exterior”, en la apariencia y en lo superficial se derrumbará”. Todo lo que hay de superficialidad en nuestra vida que nos arrastra y domina, tiene que acabarse para que llegué el Reino de Dios.
En momentos de crisis, sea cultural, religiosa, económica, política o psicológica, (como los que estamos viviendo) asoma eso que llaman “fiebre mesiánica…” y quieren aparecer falsos mesías, salvadores del mundo. Eso todo es apariencia, es vanidad de vanidades. “Ningún “ídolo” debe contaminar nuestro universo interior; de lo contrario, en vez de gozar de una libertad verdadera, volveremos a caer en nuevas formas de esclavitud humillantes” dijo. La vida no se tiene que apoyar en lo exterior, en la apariencia, en el rol, sino que se debe apoyar en la roca más estable, verdaderas rocas preciosas que son los valores del Evangelio.
El arzobispo concluyó diciendo que, si perseveran conseguirán la vida. “El amor vencerá siempre. El odio no tiene la última palabra, el mal no tiene la última palabra, todo eso acabará. Los sistemas injustos pasaran”. La intención del Señor Jesús en este domingo no es que vivamos paralizados por el miedo. Jesús nos invita a enfrentarnos con lucidez y responsabilidad a una historia, larga y difícil y concretamente, se nos subraya una actitud fundamental: la perseverancia. “Perseverar es volver al Evangelio constantemente, a la alegría del Evangelio. Perseverar no es repetir palabras vacías que ya no dicen nada, sino encender nuestra esperanza en una relación personal con Jesús Resucitado presente entre nosotros, Fuente de vida y de alegría” dijo.