El impacto que la crisis sanitaria ha dejado en la sociedad en el aspecto económico se sigue agravando al no encontrar solución por las altas tasas de desempleo. La encomienda para subsanar este flagelo, está puesta en San José, patrono universal de la Iglesia y también del trabajo, al que se reza para encontrar una oportunidad en medio de la situación precaria.
Árido
El camino para los hondureños que han perdido su trabajo a raíz de la pandemia o que no encuentran una oportunidad laboral no es sencillo. Aída López es una madre de familia y contadora pública que ha visto truncada las aspiraciones a raíz de la crisis, ella dice que “No ha sido fácil afrontar esta situación, pues las reservas se agotan y sin generar ingresos, los días se hacen largos con la incertidumbre de cómo haremos el día de mañana”. Ante este difícil panorama, López no ha dejado de confiar en el Señor y más bien expresa que “Dios es tan fiel que no nos deja de la mano, porque mediante el apoyo de la familia he podido gozar de techo, abrigo y comida”. Esta hondureña es una de las muchas personas desempleadas a las que la pandemia del COVID-19 no ha traído esperanza, pero que denota una confianza de que lo mejor está por venir.
Confianza
A pesar de quedar sin empleo en plena pandemia, Saby Gonzáles, madre de familia y fiel católica, libró una batalla con la depresión, otras enfermedades y el desánimo. “Me arrodillé y le dije a Dios que con esta prueba ya no podía, cargué a mi hija y abrazándola empecé a orar porque sin duda ha sido la prueba más dura que he pasado”. Gonzáles laboraba en una empresa que sufrió el recorte de personal por el coronavirus. Recordando esto dice que “en medio de una pandemia me pregunté ¿Cómo encuentro trabajo? pero Dios nunca me dejó de la mano y a los tres meses empecé a trabajar por hora, con mucho cansancio y mal pagada, pero debía pagar la casa y la comida”. “No dejé de rezar el Santo Rosario con mi mamá y le pedía a Dios un trabajo estable, no me importaba iniciar de cero, lo que quería era estabilidad laboral” comentó Saby. Lucha que se vio recompensada al obtener un empleo digno en el cual se desempeña con mucho esmero y agradecimiento a Dios.