Ángelus: “En esta Cuaresma despertémonos de nuestro letargo interior”

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Este 13 de marzo, Segundo Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano junto a los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

Reflexionando sobre el Evangelio actual que narra la Transfiguración de Jesús (cf. Lc 9, 28-36) mientras rezaba en el monte Tabor, el Santo Padre recordó que Jesús cambia de aspecto, “sus vestidos se vuelven blancos y resplandecientes, y en la luz de su gloria aparecen Moisés y Elías, hablando con Él de la Pascua que le espera en Jerusalén”.

El sueño discordante de los discípulos

El Papa indicó que el sueño de los tres discípulos parece como una nota discordante: “Más tarde, estos mismos apóstoles se dormirán en Getsemaní, durante la oración angustiosa de Jesús, que les había pedido que velaran (cf. Mc 14, 37-41)”, afirmó Francisco haciendo hincapié en que causa asombro esta somnolencia en momentos tan importantes.

Prosiguiendo con su mensaje,  el Pontífice invitó a los fieles a plantearse si “¿Acaso este sueño fuera de lugar de los discípulos, no se parece a tantos sueños que nos entran en momentos que sabemos importantes?”.

Continuó argumentando el Papa, “Cuando nos gustaría rezar, estar más despiertos, pasar un rato con Jesús después de un día de mil carreras y compromisos; o cuando es el momento de intercambiar unas palabras con la familia, ya no tenemos fuerzas”

Cuaresma: tiempo para reavivar el deseo de orar

Al respecto, Francisco puntualizó, que precisamente el tiempo de la Cuaresma es una gran oportunidad en este sentido: “Es un período en el que Dios quiere despertarnos del letargo interior, esta somnolencia que no permite que el Espíritu se exprese. Porque no lo olvidemos nunca mantener el corazón despierto no depende solo de nosotros: es una gracia, y hay que pedirla.

Podemos pensar, añadió, el Papa, que fue la luz de Jesús la que los despertó. Como ellos, también nosotros necesitamos la luz de Dios, que nos hace ver las cosas de otra manera; nos atrae, nos despierta, reaviva el deseo y la fuerza para orar, para mirar hacia adentro y dedicar tiempo a los demás.

Dejémonos asombrar por la Palabra de Dios

Y para lograrlo, el Santo Padre nos propone, por ejemplo, rezar un poco antes de ir a dormir, abrir el Evangelio y dejarnos asombrar por la Palabra de Dios o mirar el Crucifijo y maravillarnos “ante el amor loco de Dios que nunca se cansa de nosotros y tiene el poder de transfigurar nuestros días, de darles un nuevo sentido, una luz diferente e inesperada”.

Finalmente, Francisco se despidió de los fieles pidiendo a la Virgen María, “que nos ayude a mantener nuestro corazón despierto para acoger este tiempo de gracia que Dios nos ofrece”.

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