Acércate a tu ángel custodio, habla con él pues te fue dado por Dios desde tu nacimiento

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Muchas recuerdan que desde niños, nuestro padres nos enseñaron una oración básica, dedica a nuestro ángel de la guarda o ángel custodio, cuya frase comienza así: Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares….

Recientemente, el 2 de octubre celebramos la Fiesta de los Santos Ángeles Custodios. Hemos conmemorado en día que se le recuerda de forma especial, ya que como su palabra lo indica son los ángeles que custodian nuestra vida de todo peligro. Tienen la misión de guiar cada paso, cada pensamiento y acción para así ayudarlo a actuar de forma correcta, con el fin de facilitarnos nuestro camino al Cielo.

Para toda la vida

Se dice que cada vez que un niño nace, también nace un Ángel. Dios le asigna al Ángel cuidar y proteger al niño recién nacido durante toda su vida (de allí también el significado de la palabra Ángel Custodio). Es por eso que al Ángel de la Guarda también se le llama Ángel custodio. Su labor es custodiar al niño durante toda su vida.

La Palabra de Dios da fe de su existencia

En el Antiguo Testamento, en Éxodo (23, 20-21) cita: “Yo voy a enviar un Ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz”.

En el Nuevo Testamento, Jesús menciona en Mateo (Mt. 18,10): “Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre Celestial”.

¿Cómo establecer una relación más carismática con ellos?

Grandes testimonios nos dan fe de su existencia. “La tradición cristiana describe a los Ángeles Custodios como a unos grandes amigos, puestos por Dios al lado de cada hombre, para que le acompañen en sus caminos. Y por eso nos invita a tratarlos, e acudir a ellos”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer, op. cit., 63).

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón.

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