San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús, llamados patronos de los antecesores, quienes fueron personas de profunda fe y confianza en Dios; y los encargados de educar en el camino de la fe a su hija María, alimentando en ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión.
San Joaquín y Santa Ana dedicaron sus vidas completamente a la oración y a las buenas obras. Sólo una cosa ellos querían, y con gran deseo en su vida matrimonial.
Ellos fueron santificados por la presencia de su hija inmaculada hasta el momento en que fue entregada en servicio al templo de Dios en Jerusalén.
Según las historia fueron unas personas muy piadosas ya que les confió nada más y nada menos que la responsabilidad de criar a María, la por siempre y para siempre bienaventurada e inmaculada Madre de Dios.
Santos a quienes se les confía la salud de las personas de avanzada edad, y quienes sufren el abandono, indiferencia familiar.