¿Por qué no eres igual a tu hermano mayor?, ¡Ya viste al vecinito que buenas notas saca!, ¡A tu edad ya me daban premios!”. Estás quizás son frases comunes y dañinas que expresamos a nuestros hijos para corregirlos, pero no nos percatamos en que generan un daño muchas veces irreversible para su desarrollo humano. Para la psicóloga Zenia Ortega, de la organización Arte y Miel, centro que se encarga de la estimulación artística, los efectos de comparar un niño con otro afectan directamente la autoestima. “Siempre es necesario evaluar las capacidades individuales de un niño y si tienen debilidades reforzarlo, pero nunca compararlo” dijo.
Según la especialista, no solo a los niños que carecen de algunas habilidades hay que guiar, sino también a aquellos que las poseen. “De cualquier manera, compararlos es un grave error, lo mejor es acompañarlos como familia y de ser necesario un especialista, no dude en hacerlo. A los menores que se destacan les exigimos más y eso también es una falta” añadió. “Los niños, además, en su simplicidad interior traen consigo la capacidad de dar y recibir ternura. Ternura es tener un corazón de carne y no de piedra”, ha solicitado constantemente el Papa Francisco, por lo que es necesario ayudarlos a crecer y no a sentirse inferiores.
Sobreprotección
Los niños que han sido hiperprotegidos tienen poca iniciativa, con miedos y con poca capacidad para tomar sus propias decisiones. Además, pueden generar relaciones dependientes, pues no se sienten capaces de enfrentarse al mundo por sí solos.
Ayuda
Ellos poco a poco deben ir adquiriendo diferentes responsabilidades. Se les debe enseñar desde pequeños cuáles son y como deben encargarse de ellas. Esto fomenta la autonomía e independencia.
Conflictos
Permita a su hijo que pueda resolver alguno de sus problemas, de esta manera se entrenará y desarrollará nuevas habilidades, lo que fomentará su capacidad de pensar el momento de situaciones difíciles.