Nuestra voz | La esperanza en las vacunas para el COVID-19

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¡Dios quiera que pronto dispongamos de la vacuna! ¡En cuanto esté disponible la vacuna se acaba la pandemia! ¡La mejor vacuna es de tal o cual laboratorio! ¡Yo no me voy a vacunar, no son confiables! ¡En abril llegan las vacunas a Honduras y se acabarán nuestros miedos! Estas y mil frases más se escuchan en muchos lugares o se leen en las redes sociales, porque la gente está cansada de vivir con miedo y no poder salir a la calle con tranquilidad como lo hacía antes del 11 de marzo del año pasado, cuando de la noche a la mañana, la amenaza del contagio con el virus del COVID-19, se hizo real y fuimos sometidos a un confinamiento social en el que las cuatro paredes de nuestras casas se convirtieron en el mejor lugar para protegernos de la pandemia.

Los planes de vida quedaron en suspenso, se rompieron o paralizaron, comenzaron a llegar las malas noticias de muertes de amigos, conocidos y familiares, mirar hacia el futuro se hace muy incómodo, pues no se ve luz al final del túnel y mantener la esperanza se hace cada vez más difícil ante lo incierto por venir y la falta de garantías de lograr lo que anhelamos.

Por esa razón, el hallazgo e implementación de una vacuna contra el COVID-19, en todas sus versiones que ponga fin a la crisis sanitaria, es una esperanza con la que soñamos miles de personas, pues permite recobrar los ánimos para empezar de nuevo, pero vivir en un país pobre, con autoridades poco proactivas y eficientes, nos hace dudar que esa tranquilidad llegará pronto.

Tal es así, que los expertos de la agencia de salud de la ONU advirtieron que existe un riesgo real de que los más pobres sean pisoteados en la estampida por las vacunas, lo que implica que pasará mucho tiempo antes que un alto porcentaje de hondureños seamos inmunizados, a pesar de que en esta semana, los medios de comunicación colocan en sus portadas que ya se tiene listo un plan de vacunación contra el COVID-19 y publican el cronograma de llegadas de vacunas compradas directamente a la farmacéutica AstraZeneca y a través de donación hecha por el mecanismo COVAC al Estado.

Somos del criterio que, crear falsas expectativas en la población, de que muy pronto contaremos con las dos dosis de la vacuna contra el COVID-19 para los 9 millones de hondureños, es desde todo punto de vista temeraria; pues se crean falsas ilusiones que están lejos de ser cumplidas; dado los escasos recursos financieros disponibles, el despilfarro de los fondos del estado y la limitada infraestructura para asegurar que la cadena de frío necesaria para su conservación y efectividad se encuentre en buen estado y disponible.

Anuncios en cadena nacional o titulares de periódicos que aseguren que tendremos acceso a una vacuna en este año, pueden suscitar un exceso e optimismo y crear una falsa seguridad, provocando una relajación de las medidas de prevención y control del virus, que sí se han sido eficaces para evitar su propagación, sin perder la fe y la esperanza sigamos adelante.

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