Sin duda que todo lo que estamos viviendo en este año que llevamos de pandemia, es algo que, aunque leído en los libros de historia, nos parecía que no golpearía a nuestra generación.
Mucho hemos debido aprender, pero, sinceramente, no lo hemos hecho. Pasan los días y lo que aumenta es el riesgo que el número de contagiados acreciente exponencialmente.
En medio de todo esto, lo que sí me queda bien claro es que Nuestra Señora de Suyapa ha tenido una novena recargada de oraciones por nuestros enfermos queridos y sus familias. La enfermedad siempre nos pone a todos en situación límite y nos plantea retos que no esperamos nunca. Ya sea en carne propia o en la vida de los que amamos, toda enfermedad y más este virus, está probando el temple del que estamos hechos. Nos está cuestionando, purificando y al mismo tiempo orientando.
Cuestionando, porque como sociedad, como familias estamos siendo obligados a revisar bien nuestras prioridades. La enfermedad nos demuestra con quién contamos y con quién no. Descubre la hondura de nuestras relaciones y hace tambalear lo que no vale. Pero, sobre todo, nos descubre que no se puede vivir esta experiencia solo.
Dejarnos cuestionar por lo que acontece a nuestro alrededor es siempre necesario. Es la indiferencia y la autosuficiencia lo que más daño nos puede hacer frente a cualquier crisis. Reconocer la necesidad de fraternidad y de cariño, es siempre clave para quien quiere superar cualquier crisis.
Purificando, porque sin duda que más allá de estarnos lavando las manos constantemente y poniéndonos gel o alcohol, esto nos está limpiando de un sin sentido que anula a la persona en función de responder solo a placeres o egoísmos.
La pureza del corazón y la conciencia limpia, siempre serán un excelente medio para enfrentar cualquier crisis. Vivir la enfermedad cargando rencores o cosas no resueltas del pasado no es opcional para alguien que ha experimentado el amor de Dios.
Orientando, porque por naturaleza una crisis, del tipo que sea, nos ayuda a replantearnos si tenemos clara nuestra meta y si la hemos perdido… ¡Nos la recuerda!
Ahora recapitulemos… ¿Qué debe hacer en nosotros la devoción a Santa María de Suyapa? Eso mismo… cuestionarnos, purificarnos y orientarnos. No porque sea una enfermedad, sino porque es de aquella que es Salud de los Enfermos, de la que hablamos.
Frente a cualquier crisis que nos cuestiona, siempre sabremos que la mano de María nos sostiene y su manto nos cubre.
Ante nuestras faltas de pureza en la rectitud de nuestros sentimientos y acciones, ella nos sirve de modelo para volver a Dios con un corazón, según Dios.
Y por algo María es la Estrella de la Mañana, que siempre nos recuerda como una brújula perfecta donde queda el norte, que es lo realmente importante y dónde está su Hijo.
A la Patrona de mi corazón, confiamos esta Honduras tan lejos de ser lo que Ella quisiera que fuese.