El padre Rodolfo Varela ofició la Misa hoy en la Basílica en su homilía manifestó “cuando era pequeño, recuerdo que era muy común, aquel refrán o frase, palas y rocas, romperán mis huesos pero las palabras se las lleva el viento y así nos educaban a nosotros para no perder la paz o del qué dirán”.
El presbítero dijo que en realidad no todas las personas tiene la capacidad de comprender esto, que las palabras en realidad desaparecen una vez que fueron pronunciadas ya no están, quedan nada más en la memoria, pero que pueden destruir a muchas personas, pueden hacer mucho daño.
Con los mismos labios, con la misma lengua, podemos decir Señor, Señor en oración, con esos mismos labios, con esa misma lengua, nosotros podemos empezar a criticar y a destruir la fama de un hermano o de una hermana, con esos mismos labios y con esa misma lengua, podemos comenzar a mentir, a engañar, podemos nosotros crear un chisme, destruir y dividir la comunidad también sostuvo.
La lengua ciertamente es peligrosa, acotó, porque crea un ambiente de división cuando se emplea mal, como debemos protegernos nosotros de esto, haciendo lo que nos dice el Señor, “no basta con decir Señor Señor, hay que poner en práctica las palabras de Dios.
“ Esto es lo que hizo Francisco Javier tuvo tanto éxito y es declarado patrono de las misiones, el fue compañero y conoció a San Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas y se va a predicar a Asia, predica en la India, predica en Siri Lanka, predica en Japón, muere en China”.
Además expreso que en todos estos lugares tuvo un gran éxito, fundó comunidades y las comunidades persistieron incluso cuando expulsaron cristianos y muchos años después, que habían sobrevivido a punta de rosario, apunta de oración porque, porque la predicación de Francisco Javier y sus compañeros no solo era hablar, y hablar, sino que ellos demostraban con sus obras lo que ellos decían, ellos demostraban con su testimonio, el amor, con su testimonio el servicio, con su testimonio la equidad.
El Sacerdote recalcó que nosotros no podemos decir Señor, Señor y criticar al hermano, nosotros no podemos decir Señor Señor y levantar chismes, decir Señor, Señor y decir mentiras y engañar al otro, nosotros tenemos que decir Señor, Señor con nuestras obras con las acciones que los demás vean en nosotros que el Señor en verdad habita en nosotros, y allí nosotros estaremos edificando sobre la roca.
Asimismo explicó que cuando nosotros no practicamos lo que el Señor dice edificamos sobre arena y cuando vienen las tormentas nos venimos abajo, cuando nos rebota el chisme, cuando nos rebota la murmuración nos venimos abajo, nos decepcionamos, nos peleamos, andamos cabizbajos estresados y amargados.
Y concluyo diciendo que si nuestro testimonio respalda nuestras palabras, pueden venir todos los chismes pueden venir todas las murmuraciones, todas las habladurías y yo no me voy a morir abajo, porque mi testimonio respalda la relación con el Señor y el Señor es mi roca firme donde e cimentado mi vida.