Es sorprendente la cantidad de distracciones con las que constantemente están buscando dividirnos en nuestro terruño.
La semana pasada hemos asistido a un nuevo acto del circo mediático que constantemente surge en torno a la vida política del país. Una vez más, demuestran estos señores políticos que no tienen ni alma cuando empiezan a proponer caminos anticonstitucionales. Aunque la verdad lo de violar la Constitución es prácticamente el “modus vivendi” para muchos de ellos.
Crear más inestabilidad es efectivamente, lo que el Papa Francisco nos señaló en el capítulo quinto de la Fratelli Tutti, cuando nos recordaba que a los políticos, que se las dan de populistas, muchas veces les interesa mantener la inestabilidad de los países, seguir alimentando el sentimiento de rechazo hacia todo lo que implique política, entendiendo por esto la política partidista, porque de esa manera ellos siguen gobernando en medio del descontento, o mejor dicho gracias a él.
Pretender aplazar las elecciones internas o generales, cuando cerca de 4 millones de nuestros habitantes, de nuestros conciudadanos están viviendo los momentos más terribles de su historia personal y familiar, es cerrarle la puerta a la esperanza de proponer vías que les generen al menos una meta positiva, caminos concretos para superar no únicamente la crisis actual, sino todas las crisis en las que nos han sumergido la inoperancia, la corrupción, la indiferencia, y la falta de búsqueda del bien común que es en lo que se han vuelto expertos los miembros de la clase política, sin clase, en las últimas décadas.
Es difícil, lo admito seguir bregando en un mar de tantas especulaciones, tantas corruptelas, y tantas negociaciones bajo la mesa en las que, una vez más, los dueños de los partidos políticos están tras bambalinas controlándolo todo, moviendo a sus títeres, que no divierten sino que nos sumergen una vez más en la tragicomedia que desde hace muchos años atrás sumerge en el dolor y la muerte a nuestra gente.
Seguimos afectados por el lodo, más aún que todo el lodo que se ha desprendido de nuestros cerros y que han arrastrado las corrientes de los ríos que debieran servir de manera ordenada para potenciar el aparato productivo que sostiene la economía de nuestro país, por el lodo de la corrupción y la impunidad.
Esta misma semana se nos señalaba como el segundo país más impune del hemisferio. ¿Cuándo van a terminar estos deshonrosos títulos? ¡Los hondureños no somos para nada eso! Duele, duele muchísimo que nos tilden de narcotraficantes, de corruptos, que todo se nos condicione por culpa de cosas que ni remotamente la mayoría de la población es participe. Basta ya de seguir jugando con la dignidad de nuestra gente, con su pobreza y su dolor. En el nombre del evangelio que queremos vivir, más que predicar, les rogamos que dejen de dividirnos, de crear zozobra. Necesitamos llenarnos de esperanza y de firme perseverancia en el actuar correcto, honesto y lleno de Dios.
Padre Juan Ángel López, párroco de Sagrado Corazón de Jesús, Miraflores