En el día del médico en Honduras, se busca rendir un pequeño y merecido homenaje a todos los profesionales de la salud que sirven con vocación al prójimo.
Además, algunos santos ejercieron la profesión de médico con lo que alcanzaron un alto grado de acercamiento con las personas.
Conozca 5 santos que ejercieron esta noble profesión:
- Santos Cosme y Damián
Hermanos gemelos y médicos de profesión que destacaron por prestar sus servicios desinteresadamente para ayudar a los más desposeídos.
- San Pantaleón
A finales del siglo II después de Cristo, Pantaleón se desempeñó en ayudar medicamente a los cristianos perseguidos. Murió decapitado luego de varios intentos por asesinarlo.
- San Lucas Evangelista
A quien se le atribuye el tercero de los Santos Evangelios además del libro de los Hechos de los Apóstoles. San Pablo lo llamaba ”médico muy amado”. En su relato de la pasión de Cristo se incluyen detalles muy específicos respecto a la anatomía del Señor y de toda la tortura recibida. Como buen médico, conocía la forma en cómo un hombre podía morir con ese tipo de martirio.
San Juan Pablo II, compuso una oración dedicada a todos los médicos:
Señor Jesús, Médico divino, que en tu vida terrena
tuviste predilección por los que sufren y encomendaste a tus discípulos
el ministerio de la curación, haz que estemos siempre dispuestos
a aliviar los sufrimientos de nuestros hermanos.
Haz que cada uno de nosotros, consciente de la gran misión que le ha sido confiada,
se esfuerce por ser siempre instrumento de tu amor misericordioso en su servicio diario.
Ilumina nuestra mente.
Guía nuestra mano.
Haz que nuestro corazón sea atento y compasivo.
Haz que en cada paciente
sepamos descubrir los rasgos de tu rostro divino.
Tú, que eres el camino, concédenos la gracia de imitarte cada día
como médicos no sólo del cuerpo sino también de toda la persona,
ayudando a los enfermos a recorrer con confianza su camino terreno
hasta el momento del encuentro contigo.
Tú, que eres la verdad, danos sabiduría y ciencia,
para penetrar en el misterio del hombre y de su destino trascendente,
mientras nos acercamos a él para descubrir las causas del mal
y para encontrar los remedios oportunos.
Tú, que eres la vida, concédenos anunciar y testimoniar en nuestra profesión
el “evangelio de la vida”, comprometiéndonos a defenderla siempre,
desde la concepción hasta su término natural, y a respetar la dignidad de todo ser humano,
especialmente de los más débiles y necesitados.
Señor, haznos buenos samaritanos, dispuestos a acoger, curar y consolar
a todos aquellos con quienes nos encontramos en nuestro trabajo.
A ejemplo de los médicos santos que nos han precedido,
ayúdanos a dar nuestra generosa aportación
para renovar constantemente las instituciones sanitarias.
Bendice nuestro estudio y nuestra profesión.
Ilumina nuestra investigación y nuestra enseñanza.
Por último, concédenos que, habiéndote amado y servido constantemente
en nuestros hermanos enfermos, al final de nuestra peregrinación terrena
podamos contemplar tu rostro glorioso y experimentar el gozo del encuentro contigo,
en tu reino de alegría y paz infinita.
Amén.