Si el domingo pasado la invitación era a pedir un aumento de fe, este domingo inciste el evangelio en el conocer el proceso que lleva a la fe. Los diez leprosos del evangelio de hoy, representan al hombre alejado de Dios por su enfermedad (el leproso no puede dar culto a Dios ni participar de la asamblea del pueblo elegido). Por eso van a Dios por la mediación única de Jesús. Los diez segun narra Jesús fueron curados mientras cumplian su orden de ir a presentarse a los sacerdotes, pero sólo uno ha regresado al verse curado. Uno que además era samaritano, que viendose curado decide no quedarse como los otros nueve lejos del dador de tan maravilloso milagro. Decide regresar a Jesús para darle gracias. Éste se dió cuenta que lo operado en él, era un don de Dios, queda curado y acepta ser salvado, ya que en su retorno se expresa su conversión, es decir, no regresa a un simple curador, sino al Cristo Señor y Salvador. Para él su “fe le ha salvado”. Los verbos griegos usados por Lucas, son efectivamente en ascenso temático. Me explico mejor, todos los diez son “purificados”, según el sentido del primer término griego usado, son, por tanto, liberados de la enfermedad y de todas las consecuencias de “impureza” que la enfermedad creaba respecto el culto y a la vida civil en Israel. Pero únicamente el samaritano “es salvado” y el verbo griego sozein es usado aquí para expresar de manera solemne y exultante la liberación plena y todal del mal, sobre toda su antigua condición interior en que éste estaba sumergido. El don recibido le permite al samaritano, dar un paso en el primer día de su vida nueva, abrazando la fe en el que le ha curado, se hace discípulo suyo desde el agradecimiento para nunca más dejarlo. Quiere en ese volver, quedarse con Jesús, como decía santa Catalina de Ciena, porque “sólo Él puede lavar la lepra de nuestras culpas”. Este hombre experimentó una salud hasta lo más profundo de su alma y corazón. Fue tocado hasta donde sólo Dios puede llegar y por eso se vió obligado a regresar. Aquí está en verdad el verdadero y duradero milagro.
Propósito para la semana: tomaré a lo largo de la semana un momento para agradecer a Dios y si se puede al prójimo por esas ayudas que liberan el alma.