La virtud de la esperanza en este Año Santo Jubilar, tema dejado por la feliz memoria del Papa Francisco, está en el mensaje profundo de las lecturas de este domingo. Todos somos peregrinos de la esperanza, pero al modo como Jesús quiere. Veámoslo más de cerca.
La atmósfera, queridos amigos, que rodea las lecturas de hoy es la oscuridad, las tinieblas, en las cuales los impíos rebeldes a la luz, se ven en ella sumergidos para obrar sus malas acciones. Es como el tiempo propicio para ser malos y practicar la maldad. La primera lectura tomada del libro de la Sabiduría pequeña joya de la literatura judía de Alejandría de Egipto añade su particular y original reelaboración de la noche de la Pascua. Porque en esa noche, las tinieblas fueron rasgadas por esa luz de la “columna de fuego” que habría guiado a Israel en el camino hacia la liberación. Con Cristo Jesús, con su muerte y resurrección, llegó el definitivo Éxodo, día pleno y perfecto hacia la libertad. Por eso en las palabras de Jesús de este domingo, la invitación es a no volver hacia atrás: “Estén preparados con el cinturón al dorso”, tal como lo estuvieron los hebreos durante la salida de Egipto en la noche de Pascua. La vida de Cristo en los fieles apunta a no estar distraídos o indiferentes; hay que estar listos, preparados para salir hacia el horizonte que está por abrirse, saliendo de la ofuscación del sueño, teniendo las lámparas encendidas.
Un tríptico de tres pequeñas parábolas: la del amo que vuelve, el ladrón que llega y la del administrador fiel y sabio que están listo a entregar al amo el banquete y la organización de la casa, en cualquier momento en que el amo lo llame al informe final. El gran error sería pensar: “El amo tarda en llegar”. Es la tentación de todos los miembros de la Iglesia, confiarnos y perder el espíritu de la vigilancia. Hoy debemos con renovada capacidad de escucha atender al Maestro que nos dice: “¡Estén preparados!”. Hay que ver, cómo ante los tiempos malos que se viven, el cristiano está como el centinela, que no duerme, vigilante para que la noche no le haga sucumbir, por el contrario vela para ver el amanecer del gran día del Señor.
Propósito para la semana: meditaré ¿cuáles deberían ser en Honduras las obras de los siervos que esperan a que su Señor vuelva? ¿Puedes enumerarlas?