Palabra de vida | “Y Jesús dijo: “Dichoso tú, Simón hijo de Juan…”

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En este domingo celebramos la fiesta de la Confesión de San Pedro y San Pablo, es decir, el don de sus vidas en el martirio por la causa de Cristo. Con sus vidas confiesan la fe en el único Cristo Señor. El inicio de la vida apostólica de Pedro, está referida a su propia llamada junto al lago de Galilea, Jesús con su “Y Jesús dijo: “Dichoso tú, Simón hijo de Juan…” palabra profética y eficaz es el que transforma a estos modestos galileos en “pescadores de hombres” (Mc 1,16-18). Desde este momento Pedro es asociado a la misión de Jesús en una posición de primer plano, como señalan además las listas de los Doce: “Primero Simón llamado Pedro” (Mt 10,2). El texto evangélico de hoy refiere a ese momento fundante de la vida de Jesús y Pedro en la escena de Cesarea de Filipo que se proclama en la liturgia de hoy.

Habiendo proclamado Pedro “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” don de la gracia en su persona (“no te lo ha revelado la carne ni la sangre”), él es constituido fundamento visible “roca” de la comunidad mesiánica naciente de Jesús (“mi Iglesia”), y a él se confía la tarea de guía autorizada recibiendo como signo de esta potestad las llaves con el poder de “atar y desatar”. Así, después del Señor Jesús, Pedro es el personaje más citado en el Nuevo Testamento: su nuevo nombre “Petros” aparecerá 154 veces; de las cuales 27 asociado a su antiguo nombre Simón, mientras el arameo “Kefa”, “Pedro/piedra” resuena 9 veces, principalmente usado por san Pablo.

Es por tal motivo que la Iglesia celebrando hoy el martirio de ambos apóstoles considerados columnas fundacionales de la Iglesia, probablemente martirizados en los años 26/27 de nuestra era cristiana en Roma, constituye el fundamento por igual para celebrar el día del Papa, legítimo sucesor del Príncipe de los Apóstoles. A Pedro y sus sucesores, nosotros hoy nos dirigimos no sólo como a modelos de fe y conversión sino como a guías que nos confirman en la misma fe y en la comunión eclesial. El Concilio Vaticano II, en sus documentos, no se enfoca en la figura del Papa como una persona individual, sino en su papel como sucesor de Pedro y cabeza visible de la Iglesia.

Las frases que surgen del Concilio se refieren a la naturaleza del ministerio petrino y su relación con la colegialidad episcopal y la totalidad del pueblo de Dios. Ante la reciente elección del Santo Padre León XIV, hemos vivido con especial devoción y afecto todo un Cónclave por medio del cual, el Colegio de Cardenales, movidos por la acción del Espíritu Santo, mantienen su misión de dar a la Iglesia a través de los siglos al Vicario de Cristo entre nosotros. ¡Larga vida al Papa León XIV! ¡Viva el Papa!

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