Editorial | Nuestra voz | El Espíritu Santo de Dios ha sido derramado

0
2

En Pentecostés celebramos la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico y la Santísima Virgen María y luego a toda la Iglesia, cincuenta días después de la Resurrección del Señor. Con este increíble acontecimiento, Dios infundió en sus discípulos, valor, sabiduría y fortaleza para proclamar el Evangelio a través del mundo dando origen al nacimiento de la Iglesia Católica; Y con motivo de la acción pastoral de la Iglesia en Honduras, Pentecostés tiene un significado personal, profundo, práctico ya que significa renovación espiritual, fortaleza para enfrentar desafíos y sabiduría para guiar a los fieles en un entorno diverso y a menudo desafiante.

Es el Espíritu Santo quien reactiva, revitaliza y fortalece las comunidades católicas, para abordar las necesidades sociales, económicas y espirituales de nuestros pueblos; porque en un país como el nuestro, la Iglesia desempeña un papel importante en la vida de las personas, inspirándoles a permanecer fieles al amor de Dios, aun en las pruebas difíciles, sin perder nunca la esperanza. Pentecostés impulsa a la Iglesia a trabajar por la justicia social, la paz y la reconciliación en una nación que sufre problemas estructurales desde hace años, incluyendo corrupción sistémica, interferencia política en el sistema judicial, legislativo y ejecutivo, inseguridad ciudadana sin precedentes, sin olvidar, que un porcentaje muy elevado de su población vive en condiciones de pobreza, de tal modo que enfrentar los problemas sociales en nuestro territorio puede ser desafiante y agotador y solo el Santo Espíritu de Dios puede proporcionar fortaleza espiritual y perseverancia a los que trabajan por la justicia, permitiéndoles seguir adelante incluso en la adversidad. Bajo este panorama, solo el Señor puede consolar y lo hace a través de su Espíritu, recordándonos el amor infinito incluso en los momentos más oscuros.

Es la esperanza en el amor de Dios que nos recuerda el Papa Francisco: “La esperanza efectivamente nace del amor y se funda en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz”. (Bula de Convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025. n°3). La acción del Espíritu Santo es fundamental para la vida y la misión de la Iglesia. A través de su influencia y poder, Él capacita a los líderes y fieles para enfrentar los desafíos sociales y llevar el amor de Dios a quienes más lo necesitan. En un contexto marcado por la pobreza, la violencia, la desigualdad y otros problemas que aquejan a nuestras familias, la presencia del Espíritu Santo es fuente de Luz.

Es Él, quien inspira a la Iglesia a ser una fuerza transformadora en la sociedad, trabajando incansablemente por el bien común y el Reino de Dios. En última instancia, la presencia soberana del Espíritu Santo en nuestro territorio es un recordatorio del amor incondicional de Dios y su deseo de restaurar y renovar todas las cosas en sí mismo. A medida que la Iglesia abraza plenamente el camino de Pentecostés, se convierte en un testimonio vivo del amor de Dios en el mundo, manifestando la unidad y proclamando la buena nueva de Jesús Resucitado a toda la creación.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí