
TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Mayo florece con rosas y oraciones. En este mes dedicado con especial ternura a la Virgen María, el rezo del Rosario cobra una fuerza renovada en la vida de la Iglesia. Desde las parroquias más grandes hasta las capillas rurales, el murmullo de las Avemarías se eleva como un canto confiado, una súplica común, una alabanza amorosa. Pero este año, esa oración mariana tiene una intención que resuena con particular fuerza: orar por el Papa León XIV y por su ministerio pastoral al frente de la Iglesia universal.
El Papa León XIV, elegido el 8 de mayo, ha pedido humildemente oraciones por su pontificado. En respuesta, diversas comunidades católicas en Honduras han intensificado su compromiso con el Santo Rosario. Y es que, como recordaba Santo Domingo de Guzmán: “Quien con devoción reza mi Rosario, recibirá gracias abundantes del cielo”.
Testimonios
Para Rosario Suazo, ferviente devota de la Virgen de Suyapa, el Rosario es “Una manera de abrazar a María con nuestras palabras, de decirle que seguimos caminando con ella como Madre. Y ahora, más que nunca, necesitamos que Ella acompañe al Papa en cada paso que da”. Ella, quien cada madrugada reza los misterios dolorosos frente a una imagen de la Patrona de Honduras, afirma que este mayo ha sido “un mes de súplica por León XIV. Lo menciono en cada decena, porque su misión es pesada y santa a la vez”.
Desde la Pastoral Juvenil, Pablo Fernández observa un renovado entusiasmo entre los jóvenes: “Muchos se están volviendo a acercar al Rosario, no como algo aburrido, sino como una oración con ritmo, con historia, con poder. Hemos organizado vigilias marianas por el Papa, para que el Espíritu Santo lo fortalezca y lo guíe”.
Pablo asegura que hay un deseo real entre la juventud de “sentirse parte activa de la Iglesia, de respaldar al Santo Padre con lo mejor que podemos ofrecer: la oración”. Oscar Osorto, catequista con más de veinte años de servicio, insiste en que “Rezar el Rosario es una forma concreta de hacer comunión. Es tocar el corazón de Dios por medio del Corazón de María. En cada misterio se esconde una lección que también el Papa medita con nosotros. Unirnos a él en oración es también decirle: no está solo”.