
TEGUCIGALPA, HONDURAS.– Venerado por campesinos en todo el mundo, San Isidro Labrador es recordado hoy como el santo patrono de los agricultores, quienes cada año acuden a su intercesión para pedir un buen invierno y, por supuesto, abundantes cosechas.
Nació en Madrid, España, alrededor del año 1082, en una familia profundamente cristiana que le inculcó la fe desde pequeño. Sin embargo, a los diez años quedó huérfano y tuvo que trabajar como jornalero en el campo para sobrevivir.
Se cuenta que antes de comenzar su jornada, asistía con devoción a la misa matutina, encomendando su trabajo a Dios. Algunos testigos afirmaron haber visto ángeles arando la tierra mientras él estaba en la eucaristía, un signo de la protección divina sobre su labor.
Su esposa fue María de la Cabeza, también reconocida como santa por la Iglesia, con quien formó una familia ejemplar en la fe y la vida sencilla.
Uno de los milagros más conocidos atribuidos a San Isidro ocurrió cuando un niño cayó a un pozo con una canasta. Los santos esposos estaban cerca y acudieron a ayudarlo, pero no encontraban forma de rescatarlo. Entonces, se arrodillaron a rezar con tanta fe que las aguas del pozo comenzaron a subir, hasta que el niño emergió en la superficie, sano y salvo, dentro de la misma canasta.
San Isidro fue canonizado en el año 1622 por el Papa Gregorio XV, junto a grandes santos como Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y San Felipe Neri.