Editorial | Nuestra voz | Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza

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Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, este miércoles cinco de marzo, iniciamos el recorrido anual de la santa Cuaresma, con fe y esperanza. Nuestra Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, sobre el pecado y la muerte. Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado. En esta Cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, es importante reflexionar y poner por obra lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria. Para comenzar el lema del Jubileo, “Peregrinos de Esperanza”, recuerda el largo y difícil viaje del pueblo de Israel desde la esclavitud hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo, guiados por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel; tal como ocurre en la actualidad, con tantos hermanos y hermanas que huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno debemos preguntarnos: ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarnos con la realidad concreta para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Los cristianos estamos llamados a hacer caminos juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos y nunca a encerrarnos porque caminar juntos significa ser constructores de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido, es así que en esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestro “propio yo”, si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos. El año 2025, es un tiempo de grandes retos para Honduras, que incluye procesos electorales que marcaran el rumbo de un país que ama la paz, la libertad de dirigirse a Dios sin ocultarse de ahí que vivir estos 40 días de ayuno y oración son cruciales para no apartarnos del amor y protección de Dios.

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