En su catequesis de hoy, el Papa Francisco continuó su reflexión sobre el Espíritu Santo y su acción en la Iglesia, centrándose en el sacramento de la Confirmación. Definió este sacramento como el “sacramento del Espíritu Santo por excelencia”, a través del cual los fieles reciben la fuerza espiritual para unirse más plenamente a Cristo y a la misión de la Iglesia. “La Confirmación es para cada fiel lo que Pentecostés fue para toda la Iglesia”, explicó, reafirmando que este rito refuerza el compromiso cristiano y otorga la gracia para el testimonio activo.
El Papa mencionó el relato de los Hechos de los Apóstoles sobre la imposición de manos en Samaria, que comunicó visiblemente el Espíritu Santo a los nuevos cristianos, sentando las bases de la Confirmación como un sacramento de crecimiento espiritual y compromiso. Además, recordó las palabras de San Pablo en su carta a los Corintios, donde se describe al Espíritu Santo como “el sello” que marca a cada creyente, simbolizando la pertenencia duradera a Dios.
Francisco subrayó la importancia de no reducir la Confirmación a un mero rito de despedida de la Iglesia, un fenómeno que observa con preocupación en muchas comunidades, donde los jóvenes ven este sacramento como el final de su vida de fe activa. “Es el sacramento del inicio de una participación activa en la vida de la Iglesia”, insistió, y animó a la comunidad cristiana a perseverar en la búsqueda de nuevas maneras de involucrar a los confirmandos para que mantengan un compromiso vivo con su fe.
Para fortalecer este camino, el Papa sugirió que los fieles laicos con una experiencia personal del Espíritu Santo apoyen a los futuros confirmandos en su preparación, compartiendo su testimonio y mostrando cómo este sacramento puede ser fuente continua de vida espiritual. Así, la Confirmación se convierte en un llamado renovado a vivir la fe de manera comprometida y activa.
Finalmente, Francisco exhortó a todos a “reavivar el don de Dios” recibido en la Confirmación, recordando la enseñanza de San Pablo a Timoteo sobre no dejar que los dones del Espíritu queden sin uso. Llamó a los fieles a convertirse en portadores de la llama del Espíritu Santo, encendiendo la vida cristiana con entusiasmo y compromiso.