Reflexión | Con Pedro, siempre

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Uno de los temas más fascinantes que he disfrutado estudiar a lo largo de mi formación como historiador es la historia de los Papas. No se trata, evidentemente, de reducir la historia de la Iglesia a una historia de los papas, sin embargo, no debe extrañarnos que mucho de lo que la Iglesia ha vivido en una época en particular, ha dependido de la vitalidad que el sucesor de Pedro le haya proporcionado.

Desde el inicio, el papado ha sido controvertido. El mundo no entiende, digámoslo incluso mejor, no quiere entender, el que la iglesia después de 21 siglos no haya “evolucionado “hacia una especie de democracia parlamentaria y siga insistiendo en la figura de una sola persona al frente de la Barca de Pedro.

Para nosotros creyentes, esto no significa de ninguna manera que estamos frente a una monarquía absolutista, sino ante la respuesta de Dios que, en la fragilidad de Pedro y sus sucesores, ha querido confiar este sacramento de salvación que es la Iglesia. En estos más de 2000 años, hemos tenido toda clase de papas. Los ha sabido santos.

Que gracias a Dios son una inmensa mayoría. Los ha habido increíblemente mundanos al punto de ser escandalosa su manera de proceder asemejándose más a príncipes terrenales que a Vicarios de Cristo. Y a pesar de ellos, no sólo la Iglesia continúa, sino que florece, porque la iglesia no es papal sino una, Santa, católica y apostólica.

Dicho lo anterior, y sin pretender ocultar nada de las debilidades de algunos de los Romanos Pontífices, porque, de hecho, eso prueba que es la iglesia de Cristo la que dirigen, los últimos dos siglos han sido particularmente retadores para la iglesia constituida como pueblo de Dios. Hemos tenido que luchar contra los poderes de este mundo que no sólo encarcelaron y provocaron la muerte de alguno de los papás sino y, sobre todo, de la inmensa cantidad de ataques injustificados, manipulados y tendenciosos que buscaban callar la voz del Papa. Baste pensar en la mala prensa que tuvo en su momento el beato Pío IX o bien los ataques en contra de Pío XII venidos del fascismo y de aquellos que se inventaron una leyenda negra en torno a su lucha contra Hitler.

Tuvo mala prensa San Pablo VI, sobre todo después de la profética encíclica Humanae Vitae. Pero, la mala prensa en contra de Benedicto XVI y el Papa Francisco es verdaderamente sorprendente. No es solo el problema de las evidentes mentiras que inventan contra él, sino la abismal incapacidad que están teniendo algunos que se dice cristianos a la hora de analizar lo que se dice. Orar por Pedro y defenderlo en medio de este mar de falsedades y calumnias, es un grandísimo acto de amor a la Iglesia. Siempre con el Papa, nunca sin Él, porque negar su misión y no acompañarla es negar la voluntad del Corazón de Dios.

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