Editorial |Nuestra voz |Los conflictos y el ciclo vital de las familias

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Cuando pensamos en el concepto de familia, normalmente nos viene a la cabeza un grupo de personas que se apoyan las unas a las otras y adoptan una serie de normas para hacer posible la convivencia. Ahora bien, precisamente porque el trato entre estas personas es muy habitual e involucra varias de los aspectos más íntimos y personales de cada uno, es relativamente común que surjan desavenencias y discusiones. Debido a esta estrecha e íntima relación, la conducta de cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia y como es natural, las disputas y conflictos familiares forman parte de estas dinámicas; lo que implica que, a lo largo de su vida, las familias deben hacer frente a diversas situaciones de dificultad, que si no se resuelven adecuadamente producen mucho malestar entre sus integrantes.

Identificar cuáles son los enemigos de esa unidad, que se van metiendo sutilmente en nuestras vidas familiares y que pueden minarla y destruirla, es fundamental para evitar que la familia se destruya o se resquebraje y aún más importante es poner todos nuestros sentidos, para que esa identificación se haga de manera intencionada para eliminarlos y no ser víctimas de las estrategias de Satanás, dándonos cuenta demasiado tarde. La triste historia de Caín asesinando a su hermano Abel, nos recordará siempre lo peligroso que es retener la cólera o la bronca contra alguien de la familia; porque el enojo que se retiene en el corazón siempre termina por enfrentar a los miembros de la misma. No es inteligente enojarse con facilidad porque “El iracundo comete locuras, el hombre reflexivo sabe aguantar”.

El enojo retenido siempre será una invitación a lastimar y producir muerte a otros en la casa o siempre pondrá a los miembros de la familia en espacios separados, como lo narra la Parábola del Hijo Prodigo, del hermano del hijo pródigo, el cual “se enojó y no quería entrar” a la casa donde estaba su hermano; porque el enojo, la envidia, la intriga siempre traerá la destrucción de la paz en un hogar, en una familia. Si seguimos escudriñando veremos que las Sagradas Escrituras también nos narra la historia de Esaú y Jacob quienes debido a las preferencias separaron a esta familia, porque Isaac, su padre, siempre prefirió a Esaú por encima de su hermano Jacob y Rebeca, su madre, siempre prefirió a Jacob por encima de Esaú; provocando tanta división entre ellos que recién siendo adultos lograron llegar a abrazarse y llorar juntos en reconciliación, Pero en otros casos tristemente los hermanos se van a la tumba sin nunca poder apreciarse y amarse, viviendo toda su vida con la amargura y el dolor que provoca la lucha silenciosa pero tan dañina de las preferencias familiares.

En conclusión, el conflicto forma parte inevitable de la convivencia e imaginar una familia en la que no existan conflictos no es posible; el conflicto nos permite crecer y desarrollar nuevas y mejores maneras de relacionarnos, porque el vínculo que se crea entre los miembros de la familia permite tener herramientas suficientes para generar espacios donde las personas nos sintamos queridas, comprendidas y valoradas.

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