Reflexión | Mala política

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Esta última semana, hemos sido testigos de un nuevo atentado en contra de un expresidente de los Estados Unidos. Esto no debe ser visto como algo intrascendente o que deba reducirse a sacar algunos “memes” y hacer algunas bromas, a costa de lo sucedido. Tampoco puede exagerarse, como de hecho lo está pasando, al punto de considerar que se trata de una intervención divina porque ese Dios que salva a uno y mata o hiere a otros, no es exactamente el Dios del Evangelio. De hecho, el nivel de confrontación que estamos observando por todas partes y aquí mismo entre nosotros, sólo es el reflejo de que se han perdido todos los valores que nacen de la ética en el ejercicio de la política. Y como dicen en el pueblo: “no hay por dónde pasar”.

Si recorremos lo que está ocurriendo en Europa, específicamente en Francia y España, nos daremos cuenta que la búsqueda desmesurada del poder, del control absoluto está llevando a las sociedades a resquebrajarse cada día más. La crisis institucional que se vive en todas partes está llevando a que se despierten de nuevo los totalitarismos y las ideas absolutistas. Hay muchos políticos que son fieles discípulos de Luis XIV aunque hablen mucho de democracia y legalidad. De hecho, estamos asistiendo al aumento de una manipulación descomunal de las leyes que, lo digo con una profunda preocupación, sólo se había visto cuando los nacionalismos desmedidos de la década de los 20 del siglo pasado se alzaron con el poder de países como Italia, México y Japón. De los lodos de aquellas aguas, surgió luego en todo su esplendor el Nacionalsocialismo de Hitler.

Comprenderán que como historiador me opongo rotundamente a ver la historia como algo cíclico. No se trata de decir que cómo el siglo pasado en esta década pasó esto o aquello, entonces ahora se va a repetir. Ya muchos se han encargado de hacer esa comparación al querer incluso interpretar que después de una gran pandemia “siempre” ha ve- nido una gran guerra. Alguno escribía que la Unión Soviética de Stalin, también tenía muchas similitudes con la Rusia de Putin, etc. Nada de eso es sano interpretarlo de esa manera pero los conspiranóicos, de los cuales hay demasiados para mi gusto, todo lo quieren leer en clave fatalista y desmesurada.

Estos mismos “tontos de la cabeza”, como diría un amigo mío, como si se pudiera ser tonto de otra parte, han sacado cualquier cantidad de comentarios con respecto a lo ocurrido al expresidente Trump, que dan para una serie televisión, una novela y cualquier cantidad de chismes. Entre nosotros no es que la cosa esté mejor. La creatividad de la gente y sus temores nos está llevando a ver escenarios que, no digo que no puedan darse, pero reflejan un nivel de sospecha altísimo. La Iglesia, maestra de humanidad, debe seguir insistiendo en lo esencial: la persona humana es más importante que el afán de poder y tener, y todo proyecto político centrado sobre estos elementos, va al fracaso.

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