Un correcto actuar pastoral está destinado a crear una cultura vocacional. La pastoral debe promover una cultura que no busque soluciones a través de medios mundanos de fuerza y poder, sino que se mantenga atenta a los signos del Espíritu.
Crear una Cultura Vocacional
Esta cultura debe rechazar la autorreferencialidad y el narcisismo, adoptando en cambio la dinámica de la misión generosa e inclusiva. Es fundamental que la cuestión vocacional se perciba como de interés universal, implicando a todos los hombres y bautizados. Debemos evitar una pastoral vocacional reducida al “reclutamiento” y, en su lugar, promover una visión que incluya y beneficie a toda la Iglesia y al mundo.
Vocación y Misión
El Papa Francisco nos invita a cambiar la pregunta de “¿Quién soy yo?” a “¿Para quién soy yo?”. La misión no es solo un hacer, sino un ser, una forma de vivir generosamente hacia los demás. La Iglesia desea habilitar a todos para que comprendan que son una misión en este mundo y, a través del discernimiento y el acompañamiento, puedan responder con alegría y generosidad al llamado divino.
La Animación Vocacional como Corazón de la Pastoral
La animación vocacional debe estar en el corazón de toda pastoral. La acción pastoral nunca debe ser autorreferencial, sino siempre comenzar con la pregunta “¿para quién?”. Esta perspectiva transforma la pastoral en una misión al servicio de los demás, reflejando la parábola del fermento en la masa: la vocación como fermento que hace crecer toda la acción de la Iglesia.
Conclusión
En conclusión, la relación entre pastoral vocacional y pastoral general es como la del fermento y la masa. La animación vocacional es el fermento que impulsa toda la acción pastoral. Así, toda pastoral en la Iglesia debe abrazar su dimensión vocacional, promoviendo una cultura de fe y misión que transforme vidas y comunidades enteras.