Homilía del señor Arzobispo para el XX domingo del Tiempo Ordinario

“Decían que Jesús estaba trastornado” (Mc 3, 20-35)

0
618

Decían que Jesús estaba trastornado. Aunque suena muy fuerte, los Evangelios recogen este pensamiento sobre Jesús. Más aún, eran sus familiares los que lo decían. Y los maestros de la ley aún peor, le acusaban de tener dentro a Belzebú. Es decir, que expulsaba los demonios, pero con el poder del príncipe de los demonios. En definitiva, el mal, siempre trata de dividir. Ahí radica la fuerza de los malos, en confundir a los buenos. Por ello, los hombres y mujeres de buena fe, hemos de estar unidos y no escuchar las voces que nos quieren engañar.

Nosotros sabemos quién es Jesús, Él es el Hijo de Dios que vence el mal a fuerza de bien. Él, y solo él, es nuestro maestro y modelo. No hay otro camino que la persona de Jesucristo, lo demás es engaño y acaba en muerte. Esa es la invitación libre y consciente que se hace a todo cristiano: pensar y actuar como Dios, no como los hombres. Esto significa muchas veces rechazo e incomprensión social. No nos sorprenda pues, si como a Jesús, también a nosotros nos miran con extrañeza o nos toman por chiflados por perdonar, por escuchar, por esperar… Pero tranquilos, no somos nosotros los equivocados, sino los que confían en las ideologías y poderes de este mundo y rechazan a Dios. Las lecturas presentan un triste “No nos sorprenda pues, si como a Jesús, también a nosotros nos miran con extrañeza o nos toman por chiflados por perdonar, por escuchar, por esperar” Mc 3, 20-35 actor secundario: al demonio, príncipe de la mentira.

Desde el inicio trata de desvincular a la creatura de su Creador. Y como por la recta vía no es posible, lo hace con engaño y mentira. Muchas veces el peor de los males es creer que la falsedad es la única manera de ser y actuar. Cuando a alguien le repiten muchas veces algo, si no está atento, terminará por creérselo también él, de manera, que acaba comportándose conforme a la falsedad que le atribuyen. El demonio eso hace.

Trata de engañarnos, de decirnos que con Dios no se puede vivir bien, y que es “endiosándonos”, como alcanzamos un mejor vivir. Justo lo contrario de la verdad, pero a veces tiene éxito por pura insistencia. El Papa Francisco lo dice mucho: con el diablo no se dialoga, no se negocia. Al diablo hay que desenmascararlo y rechazarlo del todo, sin medias tintas. Claro, esto es algo impensable para muchos, por lo que volvemos a la supuesta locura de Jesús, que debe ser nuestra referencia. La necedad de Dios es más lúcida que la inteligencia de los hombres, dirá San Pablo.

Y todo esto hermanos, es en definitiva lo que el Evangelio nos propone cada día. Fiarse de Jesús es una opción, y fiarse de este mundo es otra distinta. Ambas no son compatibles, sino divergentes. Benditos sean los “locos de Jesús”, porque en ellos habita la sabiduría divina. Si a usted lo que le preocupa es el “qué dirán”, acabará pensando como ellos. Si a usted lo que le interesa es conocer la voluntad de Dios y seguirla, entonces está en el buen camino, continúe, no le importe la opinión de los hombres, sino la del Señor.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí