Conozca a las 4 doctoras destacadas de la Iglesia

El título de Doctora de la Iglesia es otorgado a personas cuyos escritos y enseñanzas han influido profundamente en la teología cristiana.

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En la Iglesia Católica, encontramos a cuatro mujeres excepcionales que dejaron una marca imborrable en el mundo del pensamiento teológico, ellas son: Santa Teresa de Ávila, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Lisieux y Santa Hildegarda de Bingen.

Las vidas y las enseñanzas de estas mujeres increíbles siguen resonando hoy. A través de los siglos, sus palabras nos recuerdan que no importa quiénes seamos o en qué época vivamos. No fueron solo sus conocimientos lo que las convirtió en Doctoras de la Iglesia; fue su profundo amor por Dios y su deseo de compartir ese amor con el mundo lo que las hizo excepcionales. El Papa, reconociendo la autenticidad de su enseñanza y su impacto duradero, las honró con este título.

Las doctoras de la Iglesia son como guías espirituales que nos animan a abrazar la fe, el coraje y la compasión en nuestro propio viaje. Solo cuatro mujeres en toda la historia han sido honradas con este título, te las presento aquí.

Santa Teresa de Ávila

Santa Teresa fue una mujer adelantada a su tiempo. Hizo cosas impensables para una mujer hace cinco siglos. Impulsó una orden, abrió numerosos conventos y renovó a la Iglesia gracias a su ímpetu y personalidad arrolladora. La santa española es doctora de la Iglesia, es más, fue la primera doctora de la Iglesia.

Santa Catalina de Siena

El 3 de octubre de 1970 Pablo VI le otorgó el título de Doctora de la Iglesia, y fue la segunda mujer en obtener tal distinción (después de santa Teresa de Jesús) (27 de septiembre de 1970 y antes de Santa Teresita del Niño Jesús). En octubre de 1999, bajo el pontificado de Juan Pablo II con la carta apostólica Spes aedificandi, se convirtió en una de las Santas Patronas de Europa junto a santa Brígida de Suecia y santa Teresa Benedicta de la Cruz.​

Santa Teresa de Lisieux

El 19 de octubre de 1997, durante las celebraciones del primer centenario de su muerte, el papa San Juan Pablo II la proclamó Doctora de la Iglesia Universal, siendo la tercera mujer en recibir ese título —anteriormente, habían sido declaradas doctoras Santa Teresa de Jesús, también carmelita, y Santa Catalina de Siena. La siguió Santa Hildegarda de Bingen en 2012.

Santa Hildegarda de Bingen

La iconografía religiosa de Hildegarda es escasa, probablemente porque su culto fue local por bastante tiempo. Se la retrata con los atributos propios de una abadesa de la orden de san Benito: báculo abacial y hábito benedictino con velo negro y blanco; sus representaciones más antiguas reproducen la manera en que aparece en las miniaturas de sus escritos: sentada con un estilo en la mano en actitud de escribir sobre un par de tablillas o dictando a un monje, con cinco flamas alrededor de la cabeza representando la visión divina. Más tarde se cambia el estilo por una pluma de ave, con algún pergamino o libro en la mano —comúnmente el Scivias— y algún instrumento musical.

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