Cada año, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos invita a reflexionar sobre el don precioso de la llamada que el Señor dirige a cada uno de nosotros. En el marco de su 61 edición, líderes religiosos de Honduras comparten sus perspectivas sobre la importancia de escuchar y responder al llamado divino en nuestras vidas. Es crucial reconocer que, aun- que la cosecha es abundante, los obreros son pocos, como menciona San Lucas en el capítulo 10 versículo 3. Por tanto, es fundamental que roguemos al dueño de la mies para que envíe obreros a su viña, y propiamente, la Iglesia nos llama a sembrar la esperanza y construir la paz. El Padre Alberto Enamorado, Párroco de la comunidad Divina Providencia de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, resaltó la alegría como signo distintivo de una vocación auténtica.
“El signo de una persona vocacionada es que sirve con alegría, sirve con amor”, dijo. “Celebrando de manera específica este Domingo del Buen Pastor y donde se intensifica la oración, por las vocaciones, debemos comprender de que la Iglesia, y toda la humanidad entera, debe de orar siempre por nuestros pastores”, añadió. En este sentido, el Padre Humberto Romero, Vicario de la Parroquia Salvador del Mundo, instó a los jóvenes a no temer al llamado de Jesús, expresó que “Si a usted lo está llamando Jesús, no tenga miedo, no va a estar solo, es Jesús que va delante de nosotros”. Además, compartió su propia experiencia, destacando que, a pesar de las dificultades, el amor por Dios y el sentido de llamado lo guiaron en su camino hacia el sacerdocio. “Si uno ama, todo lo demás se allana”, reflexionó.
Discernimiento
Mario Ramos, coordinador de Pastoral Juvenil en la Parroquia San Nicolás Obispo de Santa Bárbara, profundizó en el significado de la vocación como búsqueda de la felicidad plena conforme a la voluntad de Dios. Mencionó que “Al descubrir nuestra vocación conforme a la voluntad de Dios habremos encontrado nuestra felicidad plena”. Ramos, destacó la importancia del discernimiento vocacional y la oración en el proceso de identificar y vivir la propia vocación en comunión con Dios y la Iglesia.
Oración
El Padre Carlos Rubio, promotor vocacional de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, comentó que es un mandato evangélico, orar por las vocaciones y promover activamente la respuesta al llamado de Dios. Dijo que “La oración nos ayuda mucho a descubrir qué es lo que el Señor quiere de nosotros”. El Padre Rubio, subrayó la importancia de la conciencia comunitaria en la promoción y apoyo de las vocaciones en la Iglesia, invitando a todos los fieles a participar en esta tarea, no solo con la oración sino con el apoyo económico a las personas que eligen el camino vocacional. Por su parte, Axel Cruz, seminarista del Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa (SMNSS), compartió su visión sobre la vocación como un llamado a la felicidad y la entrega generosa a Dios y a los demás. “Entregarle a Dios nuestras vi- das, entregarle algo a cambio de todas las ganancias que el Señor nos pueda dar a cada uno de nosotros”, expresó, haciendo eco sobre el papel fundamental de la oración en el discernimiento vocacional y en la respuesta al llamado de Dios en la vida de cada creyente.
El Santo Padre, en su mensaje de Oración por las Vocaciones, señaló que esta es una ocasión para recordar con gratitud ante el Señor el compromiso fiel, cotidiano y a menudo escondido de aquellos que han abrazado una llamada. El Papa Francisco, pensó en las madres y en los padres que no anteponen sus propios intereses y no se dejan llevar por la corriente de un estilo superficial, sino que orientan su existencia, con amor y gratuidad, hacia el cuidado de las relaciones, abriéndose al don de la vida y poniéndose al servicio de los hijos y de su crecimiento.
En un mundo lleno de distracciones y desafíos, esta jornada, nos recuerda la importancia de escuchar y responder al llamado de Dios con generosidad, confianza y alegría. En esta jornada de oración por las vocaciones, nos invita a profundizar en nuestra relación con Dios, a discernir su voluntad en nuestras vidas y a comprometernos en oración y acción por el surgimiento de nuevas vocaciones santas en la Iglesia.