Vivir con intensidad la devoción a la Divina Misericordia, es una forma de estar más juntos al Padre y aprender a ser más misericordiosos con los demás. Desde el Viernes Santo, se comenzó a orar esta novena, la que culmina con la gran celebración el segundo do- mingo de Pascua, algo que fue instituido por el ahora santo, Papa Juan Pablo II.
DIFUSIÓN
Para el Padre Santos Pablo Vásquez, Párroco de la comunidad San Martín de Porres, lugar en donde se difunde con mucha fuerza la devoción de la Divina Misericordia, expresa que “Esta celebración nos trae un mensaje de amor, de reconciliación y de perdón, que busca que todos los pecadores y todas las almas que han caído en el pecado, así como las que se han alejado de Dios, puedan sentirse cercanas a Él en un encuentro más cercano con la comunidad cristiana”.
ACCIONES
La difusión de este mensaje, lleva implícito el rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia, una devoción basada en las apariciones cristológicas de Jesús re- portadas por Santa María Faustina Kowalska, una religiosa polaca conocida hoy en día como “La apóstol de la Divina Misericordia”. A esto se le tiene que agregar la práctica de las obras de caridad en favor de los demás, pero, sobre todo, demostrado un buen testimonio de vida y de servicio en favor de la sociedad. “Una comunidad que acoge, que recibe, que ama, entiende, comprende, anima y que exhorta al otro al cambio, va a darse cuenta que Dios está realizando la obra”, dijo el Padre Santos Pablo.
IMPORTANCIA
El signo más significativo de la Divina Misericordia es el costado abierto de Jesús, de donde brotan dos rayos, para entender que allí nace y se da el manantial de gracia, el agua que salió del costado, representado por el color azul y misericordia en favor de todas las almas que necesitan del Señor y que quieren experimentar ese amor, identificando la bondad de Dios en su vida, representado por el rayo rojo o la misma sangre del Señor.
“Una de las prácticas que se debe de fortalecer es el rezo de la Coronilla, ya que es una práctica que tiene recompensa en el cielo”, asevera Thelma Martínez, integrante del Apostolado de la Divina Misericordia quien además acota que “para poder recibir estos grandes dones hay que cumplir las condiciones de la devoción, es decir, confiar en la bondad de Dios y amar activamente al prójimo, asimismo hay que permanecer en el estado de gracia santificante, que se obtiene después de confesarse y recibir dignamente la comunión”.
PROMESA
Jesús prometió que “El alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo ya aquí en la tierra la victoria sobre el enemigo y sobre todo, a la hora de la muerte, yo mismo la defenderé como a mi propia gloria… Ofrezco a los hombres el vaso con el que han de venir a recoger las gracias a la fuente de la Misericordia”. En el diario de Sor Faustina, Jesús señala que “Deseo que mi misericordia sea venerada, mi corazón se regocija con esta fiesta. Quiero que toda la humanidad conozca su compasión y misericordia”. El Señor le dijo a Santa Faustina Kowalska que “todos supliquen a mi Divina Misericordia, pues es la hora en que mi alma estuvo solitaria en su agonía, a esa hora todo lo que me pidas se te concederá, (es la hora en que Jesús derrama sus gracias especiales sobre toda la humanidad, aunque sea por un brevísimo instante sumérgete en oración de preferencia, ora La Coronilla y Dios te llenará de múltiples bendiciones), yo protegeré a todas las casas, ciudades y naciones donde veneren mi imagen”.
1931 AÑO En que Jesús le pidió a Santa Faustina que realizara un cuadro mostrando la Divina Misericordia, la religiosa pidió a Eugenio Kazimirowski que lo llevara a cabo.
6 CUADERNOS Conforman el diario de Sor Faustina, en el cual, distribuidos en 1828 numerales, se detalla todo lo que Jesús dejó en el corazón de esta ahora mujer santa.
30 ABRIL Del año 2000, durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el ahora Santo Juan Pablo II, proclamó el primer domingo después del domingo de Pascua, la Fiesta de la Divina Misericordia en toda la Iglesia.
CONFIANZA EN LOS PROBLEMAS
En tiempos de crisis y en todo momento, es importante recordar que Dios tiene la última palabra, por lo que se debe acudir confiado al auxilio de su Divina Misericordia. Durante las tribulaciones, sobre todo, donde se acumula mucho estrés, el Señor se manifiesta en una de sus “tablas de salvación”, que es la Misericordia de nuestro Dios.