En los oscuros caminos de la injusticia y la corrupción, los hondureños se encuentran navegando un calvario contemporáneo, marcado por la desesperanza y el sufrimiento. En un país arraigado en la fe católica, estos males se han convertido en los más grandes dolores que afligen a la sociedad, amenazando la dignidad y la esperanza de un futuro mejor.
Preocupaciones Para comprender mejor este calvario moderno, conversamos con el sociólogo hondureño, Armando Orellana. Según él, la injusticia y la corrupción son como espinas clavadas en el corazón de la nación, alimentando la desigualdad y la desesperación. “Estos males pervierten nuestras instituciones y socavan la confianza en el sistema”, señala Orellana. “El resultado es una sociedad fragmentada, donde los más vulnerables sufren las consecuencias más graves”, añadió. Martha Alfaro, feligresa comprometida de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, comparte esta preocupación. Para ella, la injusticia y la corrupción son obstáculos que impiden el verdadero progreso y la realización del Reino de Dios en la Tierra. “Como católicos, debemos levantar nuestra voz contra estas injusticias y trabajar por la justicia y la integridad”, enfatiza Alfaro. “Solo así podremos construir una sociedad más justa y fraterna”, concluyó.
Sin embargo, incluso en medio de las tinieblas, hay aquellos que encuentran esperanza en la luz de la fe. Fernando Godoy, de la Diócesis de Juticalpa, nos recuerda que la Semana Santa es un tiempo de reflexión y renovación espiritual. “A pesar de los problemas que enfrentamos, debemos caminar con fe y determinación en este tiempo sagrado”, insta Godoy. “Es en la Pasión de Cristo donde encontramos la fuerza para superar los desafíos y construir un futuro más justo y humano”, agregó.
Liturgia
El Padre Tony Salinas, Párroco de la comunidad San Juan Bautista de Ojojona, menciona que “Ese misterio de la cruz es una gran invitación de la Palabra de Dios durante la Semana Santa, para que más que conocer este acontecimiento histórico, es comprender el mensaje de gracia que las Sagrada Escritura deja en nuestras vidas”.
Durante este tiempo, en la Liturgia de la Palabra se reflexiona dos veces el relato de la Pasión, comenzando por el Domingo de Ramos en que se lee la versión de los evangelios sinópticos, dependiendo del ciclo litúrgico en que nos encontremos y el Viernes Santo el relato por el Evangelista San Juan, donde enfatiza que se trata de una lectura altamente cristológica centrada en el Hijo de Dios que ofrendó su vida para salvar a los hombres.
Conciencia
En este camino de dolor y esperanza, los hondureños se enfrentan a la realidad de un calvario marcado por la injusticia y la corrupción. Sin embargo, es en la fe y la solidaridad donde encuentran el alivio para sus cargas y la inspiración para seguir adelante hacia un horizonte de justicia y paz. La cruz, la muerte, no tiene la última palabra, la última palabra la tiene Dios y celebramos esta victoria la noche del Sábado Santo, en la Vigilia Pascual. Al amanecer de un nuevo día, una nueva semana, una nueva creación, nos abrimos a la esperanza firme que brota del hecho de que ¡Cristo ha resucitado!; la pesada losa del sepulcro no ha podido retenerle.
¡Vive para siempre! En esta Semana Santa, que sea un tiempo de renovación espiritual y compromiso con la construcción del Reino de Dios en medio de las dificultades que enfrenta nuestra querida Honduras.
MENORES EN RIESGO
Este es otro de los calvarios que atraviesa la población hondureña. Según datos oficiales de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), desde el año 2014 hasta el pasado 4 de marzo del presente año, unas 119,407 niñas, niños y adolescentes han sido retornados a Honduras.