El fervor hacia “La Morenita”, es una tradición que se refleja en las visitas de miles de personas que llegan a la Basílica de Suyapa y al Santuario Pequeño, más conocido como la Ermita. Los días domingos se pueden observar en los predios de la Iglesia algunas personas de la tercera edad que llegan de la mano de sus nietos a saludar a la Virgen.
Otro testimonio que da fe del cariño hacia “Suyapita” es el de Alejandrina Discua, originaria Olancho; quien afirma que este amor a la Virgen se lo transmitieron sus padres. “Mi madre terrenal, me enseñó que teníamos otra madre que nos cuidaba desde el cielo y aquí se nos presenta como la Virgen de Suyapa”, expresó mientras encendía una vela pidiendo la intercesión maternal.
Rosa Espino, otra fiel devota a quien vimos acompañada de su nieta, nos dijo que “Mi Madre del Cielo me ha enseñado a ser mejor mujer, a ser mejor persona y cada vez que hablo de Santa María de Suyapa, me recuerda a mi madre terrenal, ella me traía cada año a la Basílica”.
La fe y el amor que muchos fieles sienten por La Patrona de Honduras, ha sido transmitido a sus familias, no solo como un deber, sino como una forma de acercarse más a Dios por a través de su intercesión.
Esta fiesta que enorgullece a los hondureños que aman y respetan a la Virgen María, ha permitido que se abran las puertas a Dios en muchos hogares.
Devotos
Una de las enseñanzas que las abuelas comparten en torno a la Virgen de Suyapa, es llegar a la casa de la Madre y traer alguna ofrenda por un favor concedido, ya sea una vela o un arreglo floral.
