Editorial | Nuestra voz | EPIFANÍA: la revelación de Jesús al mundo

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La Iglesia universal celebra la epifanía o manifestación del Señor el 6 de enero, como la primera revelación del niño Dios a todos los pueblos re- presentados en los reyes magos de oriente, insistiendo en el sentido y significación de esta Fiesta; comenzando por clarificar que el 6 de enero no es la Fiesta de los Reyes Magos, sino la Fiesta de la Epifanía (manifestación) del Rey que es Jesús haciendo énfasis en su Encarnación y su llegada a los hombres.

De acuerdo con la tradición de la Iglesia del siglo I, se relaciona a estos magos como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento del hombre y de la naturaleza esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios y que sus nombres eran: Melchor, Gaspar y Baltazar.

Y por el pasaje bíblico (Mateo 2, 1-12) sabemos que eran magos (sabios), que vinieron de Oriente y que como regalo traje- ron incienso, oro y mirra; tres regalos que simbolizan para qué se manifestó Jesús al mundo. Los magos representan a todos aquellos que buscan la luz de Dios, sin cansar- se, siguiendo sus señales y cuan- do por fin encuentran a Jesucristo, luz de los hombres, le ofrecen con alegría y amor todo lo que tienen. Ellos le presentaron oro, incienso y mirra, pero no es eso lo que Jesús nos pide que le demos, Él quiere que le demos del tesoro de nuestro corazón, de nosotros mismos: un corazón y una mente siempre dispuesta.

Creer, aunque no veamos, aunque no entendamos, adorarlo sin importar el concepto preconcebido que tengamos de Él por- que, ellos pensaban encontrar a Dios en un palacio, pero lo encontraron en un pesebre y así lo adoraron y le entregaron sus regalos. En nuestro día a día, los magos nos enseñan que se puede venir desde muy lejos para llegar a Cristo, en el caso de ellos eran hombres ricos, sabios, extranjeros, sedientos de conocimiento, que parten en un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén; sin embargo, las Sagradas Escrituras nos enseñan que, Jesús nos invita a emprender el camino para encontrarnos con El, sin importar nuestra condición social o económica, nuestro origen étnico, profesión u oficio.

Del mismo modo que los magos van al Señor no para recibir, sino para dar, se nos exhorta a preguntarnos si le hemos llevado algún regalo a Jesús o si vamos a su presencia con las manos vacías, de tal modo que en este año que recién inicia, Él nos invita a ofrecer con generosidad nuestro haber y poseer, para nuestros hermanos más pequeños en señal del amor que le tenemos: cuidando a los enfermos, dedican- do tiempo a los que se encuentran solos, atendiendo a nuestros mayores, consolando a los que sufren, dando de comer a los hambrientos de pan y de conocimientos.

Jesús es la luz y es natural sentirnos atraídos hacia Él, pero cuando lo encontremos, ¿estaremos preparados, como los magos de antaño, para darle regalos de nuestros muchos tesoros y dones? Pensemos y actuemos en consecuencia.

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