Editorial | Nuestra voz | ¡Que este 2024 sea un año para avivar la esperanza!

El purpurado expresó que el problema debe de abordarse como la fuente de todas las crisis sociales de Colombia y la región

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Es la costumbre que el cambio de año sirva para aspirar a que el nuevo ciclo que se inicia sea mucho mejor que el que termina, lo cual trae consigo algo de paz y sosiego espiritual, aunque todo sea efímero como flor de un día; porque si se dice la verdad, nada cambia de un año para el otro de manera mágica, excepto las leyes y las determinaciones que adoptan las personas que están en posiciones de poder, situaciones que bien podrían darse en cualquier momento del resto del año que empieza como nuevo, el 1 de enero del 2024.

Sin lugar a dudas, el 2023 ha sido un año intenso, tanto a nivel social, político, económico, profesional, personal, familiar etc. es inevitablemente llega el momento de las reflexiones, de hacer balances, de agradecer por cada acontecimiento vivido en el año que termina: por lo que ayer dolió y hoy se ha superado, por los que supieron dejar una marca en nuestras vidas y no una cicatriz, por lo que se fue, por lo que está y por lo que vendrá, por los que cumplieron su ciclo en la tierra y partieron al cielo, pero están en nuestro corazón, por cada una de las bendiciones recibidas y las lecciones aprendidas.

Lo mejor de esta historia, es que soñar continúa siendo muy barato y a las autoridades no se le ha ocurrido poner- le el impuesto sobre ventas, lo que permite, por lo menos, recuperar el entusiasmo gastado a lo largo del año que termina, tras dos semanas de fiestas y reuniones familiares que sirvieron para reafirmar los vínculos afectivos que une a las familias hondureñas y a los amigos. Pero el 15 de enero, cuando sea día de pago para algunos, se volverá a la realidad y entonces se verá como nada cambia; los hondureños nos reencontraremos con esa realidad que existía antes de las fiestas y que en muchas ocasiones es la misma, pero agravada por la gentileza del Estado que continúa lanzando afirmaciones sobre cambios en los cuales casi siempre terminaremos perdiendo todos, pues se generan expectativas desestimulantes que tanto daño le hacen a la realidad nacional.

El año que viene, al parecer es incierto por lo cual, lo mejor que se puede hacer es prever el futuro, moderando todos los gastos y prepararse para enfrentar lo peor, pues de esa manera, si la realidad no resulta tan crítica como pareciera, no sea ha perdido mayor cosa, mientras que, si no nos preparamos adecuada- mente, el golpe puede ser muy duro para quienes, por la falta de previsión no vislumbraron el futuro. Para el año venidero todos aspiramos a que éste no sea un ciclo tan dramático, como cuentan quienes entienden la realidad nacional y los invitamos a que antes de plantearse metas, objetivos, retos, propósitos, planes, oren al Altísimo porque no hay que olvidar que las personas planean el camino y es Dios quien dirige cada uno de los pasos que lo acercan o lo alejan de la meta tal como lo leemos en las Sagradas Escrituras en el libro de Proverbios capítulo 16 versículo 9.

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